Londres en su encrucijada decisiva

Esta semana el Parlamento británico tumbó el Acuerdo de Salida de May dos años después de que el artículo 50 fuera puesto en marcha por Reino Unido. La «votación significativa» en Westminster sobre el pacto fue histórica ya que 230 diputados votaron en contra, la mayor derrota en la historia democrática de Reino Unido. Tras este fracaso, el líder de la oposición, Jeremy Corbyn, presentó una moción de censura que fue debatida en la Cámara de los Comunes el día después. Sorprendentemente la moción no fue aprobada y May sigue siendo «premier». Esto demuestra el increíble callejón sin salida en el que se encuentra la democracia británica ya que el Parlamento está tan bloqueado que no puede decidir sobre la cuestión legislativa más importante actualmente sobre la mesa a pesar de la urgencia y el efecto nocivo que una salida sin acuerdo podría tener para los ciudadanos. Lo que suele olvidarse en el debate es que el Acuerdo de Salida es un pacto de divorcio que incluye un periodo de transición de dos años para negociar la relación futura con la UE. En el caso de que se produzca una salida sin acuerdo no solo no habrá ningún pacto de divorcio sino que además tampoco existirá un marco legislativo sobre el que abordar la relación futura entre Londres y Bruselas.

Actualmente hay varias opciones sobre la mesa y el clima de incertidumbres es tan acusado que nadie sabe cual es la que tiene más posibilidades de materializarse. La primera opción es renegociar el acuerdo con la UE después de que May haya asegurado una mayoría en la Cámara de los Comunes con los laboristas y los «brexiters» más radicales de su propio partido. El problema es que el tiempo se acaba y Bruselas ha dejado claro que no quiere tocar el Acuerdo de Salida y solo la Declaración Política podría cambiarse. La segunda opción sería un Brexit sin pacto en el que Londres sencillamente se caería de la UE. Este sería el peor escenario. La tercera opción sería un «Brexit duro organizado» en el que no habría acuerdo pero sí mínimos consensos sobre cómo Reino Unido dejará la UE.

May tiene que presentar su plan B hoy en el Parlamento. Los diputados podrán proponer alternativas a través de enmiendas. Puede haber incluso una segunda votación tras pequeños ajustes u otra moción de censura que desembocaría en elecciones generales. Algunos demandan un segundo referéndum con dos preguntas en vez de una. En cualquier caso, las encuestas demuestran que la opinión pública sobre el Brexit no ha cambiado mucho. Además, organizarlo antes de final de marzo es imposible logísticamente y, en tercer lugar, un nuevo referéndum puede polarizar más a una sociedad ya muy dividida.

Los comentaristas ven probable una prolongación del artículo 50 pero la UE no dejará a Reino Unido dentro más allá de julio de 2019 debido a las elecciones de mayo. Bruselas quiere que Londres «clarifique sus intenciones» para seguir adelante y, mientras tanto los «planes de contingencia» siguen adelante. Parece que lo único que queda, por tanto, es esperar lo mejor y prepararse para lo peor.

* Analista y experta en Ciencia Política del “think tank” con sede en Berlín “Das Progressives Zentrum”

Fuente: La Razón

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