Un muro infranqueable. Es lo que se encontraron los partidos independentistas catalanes en la puerta de La Moncloa desde que el jueves y el viernes de la semana pasada saltara por los aires el diálogo entre los gobiernos de Sánchez y Torra. Los intentos que desde la Generalitat, ERC y el PDeCAT han realizado en estos últimos días para reconducir la situación y evitar así que el proyecto de Presupuestos descarrilara en la primera curva, no tuvieron siquiera respuesta en Madrid, según reconocen a este diario fuentes conocedoras de estas negociaciones. Incluso el vicepresidente catalán, Pere Aragonés, se volcó en esta tarea. Buscaban que el Ejecutivo de Sánchez regresara a su posición del pasado miércoles, a la propuesta de una mesa de partidos coordinada por un relator. Fue imposible porque el «no» de Moncloa impuso desde el jueves dos líneas rojas infranqueables: la imposibilidad de incorporar a las negociaciones el debate en torno a la autodeterminación y la limitación de la mesa de partidos a las formaciones catalanas.
A las últimas intentonas por recomponer los puentes se incorporó el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, a pesar de encontrarse de baja por paternidad. Los contactos entre los dirigentes del partido morado con todos los actores políticos con capacidad para salvar las cuentas han sido constantes desde la semana pasada. Sabedor de la gravedad de la situación para los Presupuestos que él personalmente pactó con el presidente del Gobierno, Iglesias realizó en la noche de este martes una última ronda de llamadas a tres bandas: con Carles Puigdemont, con Joan Tardà y con Aitor Esteban. También habló con el Gobierno. Iglesias situó su última propuesta, según fuentes de la dirección de Poemos, en un punto a medio camino entre las exigencias de Moncloa y del Govern: la puesta en marcha de una mesa de partidos estatales, en la que no hubiera relator y que tuviera como escenario el Congreso, conformada por diputados. Ni desde el PSOE ni desde las formaciones independentistas terminaron de dar credibilidad a esta mesa como una vía que salvara el diálogo. El bloque de la moción de censura naufragaba definitivamente.
Constatado el fracaso –y a pesar de que los diputados del PDeCAT tanto en público como en privado daban espacio a que llegase en el último minuto un gesto del Gobierno que les permitiese retirar su enmienda a la totalidad–, las caras de Tardà y Carles Campuzano ayer en el hemiciclo ilustraban hasta qué punto sus partidos no deseaban este final. «El escenario actual de bipolarización no nos beneficia nada», reconocía ayer un diputado de estos grupos. Son conscientes en el secesionismo de que, en este contexto, unas elecciones generales pueden ser nefastas para ellos por potenciar –como sucedió en 2008– una fuga del voto útil hacia el PSC o la abstención. A ello, en el PDeCAT unen otro riesgo: la vieja guardia de CiU (Campuzano, Ferran Bel y Jordi Xuclá) es consciente de que, con Puigdemont a los mandos, no volverá a las listas.
Fuente: La Razón