El Ayuntamiento de Valencia anunció hace unos días un plan para proteger inmuebles y comercios históricos de la ciudad. Asociaciones de comerciantes y grupos en defensa del patrimonio llevaban reivindicando esta medida desde hacía años. A pesar de tener una lista oficial de comercios emblemáticos, no había una norma que regulara qué tenían que hacer los nuevos inquilinos de algunos de los comercios históricos. Aquí, siete ejemplos de locales que se han transformado o han desaparecido sin que la medida los haya podido proteger.
Bromas Moratín encabezaba la parte peatonal de la céntrica calle de Valencia. Tras 75 años de existencia, una reforma del edificio les obligó a cerrar. Actualmente todo el inmueble son apartamentos turísticos.
La Casa de los Dulces, ubicada a pocos metros de la torre de Serranos, formó parte de la vida de Valencia desde 1953. Especialmente míticos eran los Pictolines que vendían en días de fútbol: «Cuando había partido se podían llegar a vender 50 kilos de caramelos de menta», contaron los dueños hace unos años.
La tienda formaba parte de un inmueble propiedad de les Corts Valencianes, que decidieron no renovar el alquiler con el comercio para rehabilitar el edificio. Aún se desconoce qué va a ocupar el sitio de La Casa de Los Dulces, pero se baraja unos estudios para la nueva RTVV. Los propietarios arrancarán los elementos más característicos.
Chocolates Sanz representaba esa manera de comercio histórico del barrio. Ubicado en la plaza San Catalina, echó el cierre en 2016 y ahora es una franquicia de cómida rápida.
Otro icono de la plaza Santa Catalina era la Horchatería El Siglo. El edificio abrió en 1936 y cerró por la jubilación de sus dueños en 2014. Era un local muy querido por el carácter añejo que desprendía.
Actualmente el edificio alberga un hotel y un gastrobar, manteniendo únicamente el nombre y parte del rótulo.
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Lanas La Estambrera abrió justo antes de la Guerra Civil y cerro por jubillación, ya como historia viva de Valencia. Una multinacional de yogures alquiló el local en septiembre de 2016.
La Unión Musical Española de la calle de la Paz se trasladó a un local de la misma calle en 2015, y su histórico bajo fue alquilado por una tienda de regalos aunque sí conservó los azulejos que rotulaban el comercio.
Uno de los ultimos cierres ha sido la mítica relojería Morera, situada en la calle Ruzafa. El edificio del reloj se vendió en junio de este año.
El escaparate de la armería Pablo Navarro era uno de las más vistosos de todo el centro de Valencia. Se encontraba en la calle San Vicente. El comercio abrió en 1840 y se mantuvo a cargo de varias generaciones de la misma familia.
La armería se trasladó a principios de este año y se ubicó en su lugar una tienda de jamones.