Bruselas acelera los planes ante el riesgo de un Brexit sin acuerdo

Brexit significa Brexit. Ayer la Comisión Europea pidió a empresas, gobiernos y ciudadanos que intensifiquen los preparativos para hacer frente a un Brexit caótico si el 29 de marzo de 2019 no hay acuerdo. En un documento de 16 páginas sobre este escenario, dejaba en el aire más preguntas que respuestas, pero lanzaba un importante mensaje político en un día especial. Ayer tuvo lugar la primera cita entre el negociador de los Veintisiete, Michel Barnier, y su homólogo británico, Dominic Raab, tras la marcha de David Davies.

La cascada de dimisiones en el Gabinete de Theresa May y la falta de acuerdo en asuntos clave hacen temer que lo que parecía imposible pueda convertirse en real. El plan de Bruselas y Londres establece que el acuerdo debe llegar en octubre, con tiempo para ser ratificado por la Eurocámara y el Parlamento británico y sin interferir en las elecciones europeas de mayo. Pero este calendario se tambalea. «Hay poco tiempo», reconoció Barnier. Intentando mostrar cordialidad ante los medios, llamó a su homólogo a encontrar de manera urgente una solución para Irlanda del Norte y recordó que las cuatro libertades del mercado único (trabajadores, bienes, capitales y servicios) son indivisibles. Una premisa que el libro blanco presentado por Londres sobre la relación futura no cumple. «Michel tiene razón, el reloj sigue dando las horas», corroboró Raab, que prometió «intensificar» la negociación.

«No creemos que a nadie beneficie la falta de acuerdo», han reconocido en los últimos meses fuera de micrófono fuentes diplomáticas. Y técnicamente es posible evitar el apocalipsis. El sucinto artículo 50, que establece las normas de salida del club europeo, permite –si el país lo requiere y el resto dan luz verde– prorrogar las negociaciones. Deja la puerta abierta, incluso, a que este mecanismo pueda ponerse en marcha de manera repetida, en una especie de eterno retorno. Los Veintisiete siempre han negado que una posible prórroga esté sobre la mesa, pero la unidad sin fisuras mostrada hasta el momento puede saltar por los aires ante una retirada abrupta. El canciller austriaco, Sebastian Kurz, ha sido el primer mandatario en reconocer públicamente la necesidad de dilatar los plazos para evitar un escenario en el que todos tienen mucho que perder.

«La planificación de contingencia para el peor resultado posible no es un signo de desconfianza en las negociaciones. La Comisión está dedicando muchos recursos para lograr un acuerdo. Ése sigue siendo nuestro objetivo. A pesar de esto, el resultado de las negociaciones no puede predecirse», asegura el documento desvelado ayer.

Las preocupaciones son muchas. Si a las 24:00 horas del 29 de marzo de 2019 (ya día 30) no hay acuerdo, nadie sabe si será necesario un visado para viajar a Reino Unido y viceversa, o si será posible tomar un avión por las perturbaciones debido a los controles aduaneros en las fronteras. Las importaciones británicas también deberán soportar los aranceles que permite la Organización Mundial del Comercio y las empresas de la isla ya no podrán optar a contratos en suelo europeo. Además, todo tipo de licencias y titulaciones dejarán de estar reconocidos a ambos lados del Canal de la Mancha.

Un grupo de 16 funcionarios estudia las posibles repercusiones de una salida abrupta y ha elaborado 68 notas que incluyen desde la aviación hasta la seguridad alimentaria, los datos personales o los servicios financieros. Bruselas anima a que cada uno asuma sus responsabilidades (desde las autoridades estatales hasta las regionales). Las pymes son el eslabón más débil y que más preocupa a Bruselas. En el plano de los servicios financieros y las altas finanzas, se asegura que los operadores «están bien preparados» y que no habrá un «evento sistémico».

Fuente: La Razón

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