Las bases y los dirigentes de Podemos y Ahora Madrid aguardaban desde hace meses que Manuela Carmena tomase la decisión de volver a presentarse como candidata. Sin embargo, cuando ese «sí» está más cerca que nunca de convertirse en realidad –hoy anunciará su decisión y su estrategia en una rueda de prensa en el Palacio de Cibeles–, amenaza con disparar la tensión entre la ex jueza y la formación morada, por un lado, y en el seno del propio Gobierno municipal, por otro. Porque, tras cuatro años en el cargo, ese «sí» tiene condiciones: la cita electoral debe afrontarse con el soporte de una agrupación, con gente independiente y sin cuotas de partidos.
La idea de concurrir a las elecciones bajo la fórmula de una agrupación de electores, tal y como reconocen fuentes próximas a la alcaldesa, se ha venido fraguando en los últimos meses y encaja con la visión que Carmena tiene de lo que debe ser el servicio público y con su rechazo a la «profesionalización de la política»: conformar una lista de gente que se agrupe para desarrollar un programa de gobierno. Personas, insisten esas fuentes, «que conozcan los temas» sobre los que van a trabajar y que provengan de distintos ámbitos de la sociedad. Y por último, y lo más importante, personas que no pasen a formar parte de la candidatura por el hecho de estar integrados en la estructura de un partido. Eso no implica que se pretenda que no haya personas que pertenezcan a formaciones políticas. Todo lo contrario. Estaría abierta a que políticos de Podemos, Equo, IU, otras entidades de la órbita de Ahora Madrid e, incluso, del PSOE la acompañasen en su segunda aventura electoral. Lo que quiere evitar es que se integren como resultado de un pacto de cuotas entre partidos, fruto de equilibrios que, con la experiencia de esta legislatura, puedan convertirse en el germen de disputas y tensiones internas.
La agrupación de electores es una de las opciones que da la Ley Electoral, junto a las del partido político, la coalición o la federación. La diferencia fundamental es que la agrupación de electores se constituye exclusivamente para un proceso electoral. A ello ese unen otras particularidades que han llevado al equipo de confianza de Carmena a decantarse por esta vía: necesita 8.000 firmas para registrarse y no cabe la posibilidad de que se termine transformando en un partido.
Esta fórmula choca con los planes de Pablo Iglesias para Madrid. Si en 2015, Ahora Madrid concurrió como un partido instrumental –que, en la práctica, presenta las mismas características que un partido– Podemos quería que en 2019 su marca fuera una coalición de fuerzas. De hecho, Podemos, Izquierda Unida y Equo sellaron el pasado mes de junio un acuerdo para concurrir en coalición a las elecciones municipales, autonómicas y europeas del próximo año. Un acuerdo que también concernía a Carmena. Se precisaba, no obstante, que podrían darse excepciones sobre la denominación de esta coalición –que, de forma general, será la de «Unidas Podemos Izquierda Unida Equo»– en las grandes ciudades con «marcas consolidadas» como Ahora Madrid o Barcelona En Comú.
Críticas y tensión
En paralelo, la decisión de Carmena amenaza con elevar la tensión en el seno de su Gobierno. Los ediles de Ganemos, el sector con el que Carmena más desencuentros ha tenido en estos años, criticaron ayer los planes de la ex jueza: «Cuando se renuncia a la construcción colectiva, a puntos centrales del programa, a la democracia interna y a la diversidad, sólo queda el cesarismo. Bienvenidas a la Monarquía Municipalista de Madrid», publicó en Twitter Pablo Carmona. También desde IU cargaron duramente contra Carmena. El edil Carlos Sánchez Mato, al que la alcaldesa destituyó como delegado de Economía por sus diferencias, defendió la «unidad popular» y recordó que «la estabilidad de una pirámide se garantiza asentándola sobre la base y no sobre el vértice». En la misma línea se manifestó Mauricio Valiente, también de IU y tercer teniente de alcalde en Madrid: «La esencia de la unidad popular no es su fórmula jurídica sino la participación democrática, la rendición de cuentas, el programa participativo, el respeto a la diversidad y las primarias».
Fuente: La Razón