Casado batallará con la ideología con Cataluña como bandera

El PP arranca el curso con la agenda sometida a dos retos: Cataluña y las autonómicas y municipales. Desde el Congreso Nacional que certificó el relevo de Mariano Rajoy, la nueva dirección se ha dedicado a hacer vida de partido para cerrar grietas. El tiempo ha demostrado que era cierta la tesis que manejaban en las filas populares: la elección de Casado era la menos probable, pero en la lucha a dos con Soraya Sáenz de Santamaría, su triunfo generaba menos riesgo de división que el de la «número dos» de Rajoy. El equipo de Santamaría está desactivado como oposición interna y el principal rival de la nueva Génova es el tiempo, los pocos meses que tienen para consolidar la idea de que representan un «nuevo proyecto a largo plazo» que «no debe acabar» en el examen de las elecciones de la primavera. Y han de hacerlo sin respiro en la competición con Cs. Sin embargo, es prácticamente imposible que su futuro, y así lo admiten en el entorno del nuevo líder del PP, no esté condicionado por el resultado de las autonómicas y municipales. Un año escaso, con andaluzas posiblemente primero, antes de ser juzgados, y en el que quieren encontrar la fórmula para presentar un nuevo PP, «sin complejos» y que recupere sus «esencias» en política social, económica o incluso en relación a Cataluña. Sin caer en contradicciones consigo mismos. La nueva dirección no se anda ya con miramientos a la hora de enmendar la etapa de Rajoy por «no hacer política» y «huir de los debates». Y la Convención Nacional de diciembre será el primer ensayo de ese «nuevo PP». La nueva dirección se reivindica como un proyecto de futuro «sin plazos». Pero aunque no tenga una oposición interna consolidada, también saben que ese debate se abriría la próxima primavera si no logran parar los pies a Cs, mantener su condición de fuerza más votada en las municipales y recuperar al menos alguna de las «plazas» simbólicas. Cataluña va a seguir siendo uno de los temas del nuevo curso y por paradójico que resulte, es terreno complicado para los populares. Tienen que gestionar el relevo de Xavier García Albiol, o al menos así lo ven en el nuevo equipo de Génova, donde admiten que su continuidad no permite escenificar la apertura de esa nueva etapa. También reconocen que el margen para recuperar espacio es pequeño. De momento, lo que preparan es un nuevo desembarco de la dirección nacional en Barcelona. La consigna es estar mucho en Cataluña, pero también fue el lema de la «operación diálogo» de Rajoy y acabó con el PP fuera del Parlamento catalán.

Fuente: La Razón

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