El líder del PP detalló ayer en «LA RAZÓN DE…» las claves de la revisión programática que el PP pondrá en marcha en la Convención Nacional de diciembre, y que será la base del programa electoral con el que afrontará las autonómicas y municipales. Y, después, las próximas generales. Cinco proyectos reformistas «de futuro», que confirman en fondo y forma la decisión de la nueva dirección del partido de sacudirse complejos, huir de la corrección política en la defensa de los principios del PP y arriesgar en la batalla para recuperar banderas que en los últimos años le ha arrebatado el partido de Albert Rivera.
Casado hizo esta exposición de futuro sin apoyarse en ningún «papel» o discurso escrito. Y bajo un prólogo que incluye el subrayado de que su objetivo es actuar como el líder de un partido firmemente comprometido con la Constitución, que no apoyará reformas exprés, y que quiere marcar distancias con una realidad política que alimenta la coexistencia de dos España, la real y la oficial, «que en los últimos días ha tenido rasgos de sainete». «En los últimos meses se ha confirmado la ruptura de la vocación de servicio público por parte de algunos. Estamos ante la representación de una democracia de vuelo raso, luces cortas, teletipos, tuits y conejos fuera de la chistera a costa de los intereses de todos los españoles. Se habla de la vida pretérita de los políticos, se ocultan problemas reales de españoles y se elude lo que demandan las urnas. El PP va a hablar de futuro y no va a morder el anzuelo», enfatizó.
Después de que el Congreso convalidara el decreto ley para exhumar los restos de Franco, Casado también destacó que el consenso constitucional implicó que «todos defendieran hasta lo que no les gusta de la Constitución», y argumentó que la pretensión de «romper» con la Carta Magna «no puede llevar a nada bueno». Por eso, advirtió al presidente Sánchez de que si el PSOE intenta romper con su propia historia constitucional, caerá en un error que acabará pagando en las urnas el Partido Socialista.
La agenda reformista que ayer esbozó plantea abrir la puerta a recuperar la competencias en materia de Educación si el Estado no es capaz de garantizar que funcione la Alta Inspección y si no hay lealtad por parte de las comunidades. Éstas deben permitir que se evalúe su trabajo, eliminar el adoctrinamiento y garantizar una calidad similar e igualdad en el acceso del profesorado a nivel nacional. «No podemos vivir con la endogamia de que una autonomía seleccione a profesores por su idioma porque es apoyar un sistema de adoctrinamiento que va en contra del propio futuro de nuestros hijos». La recuperación de las competencias en Educación conecta con la sensibilidad de la mayoría del electorado de centro-derecha, aunque en el debate político se haya impuesto la corrección política y la visión de reino de Taifas que impregna la política autonómica. Es un tema sensible, incluso para barones del PP, pero, según adelantó ayer Casado, estará en la agenda de la Convención de diciembre. La reforma educativa del nuevo PP tiene también como referencia la libertad de los padres, la defensa de la educación concertada y que se avance hacia un sistema que no se mida por coste o becas, sino por aprendizaje y calidad.
Un segundo pilar reformista es el que afectará a la que bautizó como cuarta revolución digital, y que vinculó con una «revolución fiscal» que se sostenga en una amplia rebaja de impuestos. Tercer bloque reformista, el dirigido a garantizar la sostenibilidad del sistema del bienestar. Atendiendo a la realidad de un país con la segunda longevidad mayor del mundo, por debajo de Japón, y sin caer en los mantras ideológicos de la izquierda que llevan «a la ruina» y al deterioro de la prestación de los servicios públicos. «Nuestra obligación como partido es ser audaces y para eso tenemos que decir con claridad que no queremos exhumar cadáveres sino alumbrar un mejor futuro para dentro de 43 años».
La agenda del nuevo PP tiene otros dos bloques referenciales. La «geo-estrategia mundial», donde Casado defendió que España tiene que posicionarse con propuestas ambiciosas y asumiendo que la libertad tiene un precio, y que esto obliga ser consecuente con este principio. «No voy a caer en el chascarrillo de las bombas inteligentes que no matan yemeníes y preguntan la nacionalidad de aquellos sobre los que caen. Estos baños de realidad ponen en evidencia el buenismo cínico muy presente en las sociedades europeas, que pone peluches en las verjas donde nos ametrallan o que coloca velitas en twitter cuando nos matan». Dentro de marcar un estilo propio y nuevo en el discurso, para lograr la reconexión con el votante de centro-derecha, Casado planteó que tanto el Mando África de EEUU (Africom) como la Sexta Flota estadounidense puedan instalarse en España, aprovechando su posición estratégica. Una medida que, además, contribuiría a abaratar el presupuesto de Defensa. España, a su juicio, tiene que ser una potencia de primer nivel y tiene margen para serlo, «al ser una puerta al Atlántico, también al Mediterráneo y estar bien vistos en África». «Nos duele tener que invertir en defensa pero la seguridad y la libertad tienen un precio». En el último bloque reformista situó la batalla contra el nacionalismo y el populismo a nivel europeo. «Esto nos lo tenemos que tomar muy en serio. Porque tanto con Gobiernos de derechas como de izquierdas el resultado es el empobrecimiento de la población, la economía se resiente y la convivencia se resquebraja». En clave nacional, aunque fue un discurso más de futuro que de crítica al adversario político y, especialmente, al Gobierno socialista, Casado sí advirtió de que los vientos de cola se han parado, «y este año acabaremos por primera vez con un crecimiento económico por debajo del 3 por ciento». «Y lo que dice el presidente del Gobierno es que están trabajando en ello, una versión 4.0 de los brotes verdes».
Por último, confirmó que Cataluña se consolida como tema central de su agenda política y parlamentaria. Desde la ratificación de que, como ayer informó este periódico, el PP pasa a la ofensiva para asumir el liderazgo en la defensa de la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña, con el modelo del Reino Unido y la suspensión de la autonomía de Irlanda de Norte como ejemplo de lo que defiende para recuperar la normalidad. «No hay que esperar a ninguna mascarada» para activar de nuevo el artículo 155 porque en Cataluña, según subrayó, se vuelven a crear estructuras de Estado, se están abriendo embajadas, la Generalitat vuelve a incurrir en malversación de fondos de todos los españoles, TV3 es sólo un arma de propaganda, se dan órdenes políticas a los Mossos y se ha llegado a una confrontación social inaceptable.
El PP está a la espera de que el Supremo decida si investiga el «caso del máster» de su presidente nacional. Y ante este escenario delicado, Casado quiso incidir en un mensaje de optimismo y confianza a los suyos. Afirmó que la etapa de oposición «va a ser muy breve» e instó al PP a aprovecharla para vender expectativas de fututo. «Si queremos conseguir nuevos accionistas y recuperar los tres millones de votos que hemos perdido, hay que alumbrar el país que queremos para nuestros hijos».
Fuente: La Razón