La dirección del PP no tiene aún datos sobre el posible coste electoral de la crisis abierta por la filtración de las conversaciones del ex comisario José Villarejo con la ex secretaria general del PP María Dolores de Cospedal y su marido Ignacio López del Hierro. Las revelaciones empezaron a conocerse a principios de la pasada semana y ni en Madrid ni tampoco en la dirección andaluza tienen todavía mediciones demoscópicas de los efectos de estas grabaciones y de que vuelva a marcar la agenda una cuestión relacionada con la gestión de los casos de corrupción del pasado.
Pero en el partido dan por hecho que este debate todavía sigue dañando sus siglas, a menor ritmo que en etapas anteriores, pero que desmoviliza a sus electores y consolida a Ciudadanos (Cs). De hecho, ante los casos de corrupción que todavía están pendientes de ser cerrados, como el juicio por los «papeles de Bárcenas», la esperanza del PP estaba puesta en que el relevo en la dirección del partido marcase un antes y un después y limitase los daños de esa «herencia» que todavía tiene capítulos pendientes de ser escritos. La negativa de Cospedal a dar ya el definitivo paso al lado en su vida política para favorecer la desvinculación total del nuevo equipo con el contenido de esas grabaciones, insostenibles a nivel interno, abre un frente a Génova y ha hecho crecer la tensión por la capacidad del partido para afrontar los próximos procesos electorales.
La reacción del presidente nacional, Pablo Casado, ha sido multiplicar su presencia en la campaña de las elecciones andaluzas y ordenar a todo el partido que se vuelque en arropar al candidato, Juan Manuel Moreno. Génova quiere llevar a esos comicios la imagen y el discurso del nuevo PP y que la intensidad de la movilización apague en la medida de lo posible los ecos de las polémicas grabaciones que ponen al descubierto la relación de quien era «número dos» del PP con Villarejo, hoy en prisión preventiva por la Operación Tándem. En lo que se ha conocido hasta ahora, Cospedal y su marido hablan de hacerle «encarguitos» y de contratar sus servicios para espiar al ex ministro Javier Arenas, compañero entonces de Cospedal en el Comité de Dirección del PP. El PSOE andaluz, con la ayuda de Canal Sur, está haciendo buen uso de esas filtraciones para intentar desgastar las opciones electorales del principal partido de la oposición.
La agenda de Casado incorpora actos en Andalucía todos los fines de semana de precampaña, y se instalará allí cinco días a la semana durante las dos semanas que dura oficialmente la campaña electoral. En total, 11 ciudades con varios actos en cada una. Es prácticamente una caravana paralela a la del candidato andaluz. Y en este despliegue participará también la nueva dirección del partido y otros «primeros espadas» nacionales como el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. Si exponer al «nuevo PP» será suficiente para controlar los daños lo dirán las urnas andaluzas el 2 de noviembre. A pesar de esta crisis los estrategas electorales dicen que siguen sin manejar el escenario de que Cs quede por delante de ellos en el Parlamento andaluz. Pero es una incógnita ver cómo medirá el electorado andaluz el nuevo perfil del PP salido del Congreso de julio y el efecto de la etiqueta de que es un PP más a la derecha que el de Mariano Rajoy, mantra sobre el que sostiene su campaña la izquierda.
Génova necesita aguantar en estas elecciones para ganar tiempo para fijar una estrategia a medio plazo de cara a las autonómicas y municipales que abarque más asuntos que el problema catalán. El juicio a los líderes independentistas y los Presupuestos llevan a que sí o sí el eje principal de la campaña del PP esté puesto en combatir a un Gobierno «vendido» al independentismo para sostenerse en Moncloa.
Pero es un discurso que tiene menos recorrido a nivel autonómico y municipal que en unas elecciones generales. En las primeras se mide más gestión y situación económica y social, aunque Cataluña pueda hacer de efecto arrastre, en unas autonomías más que en otras. En cuanto pasen las elecciones andaluzas, Casado tendrá encima una presión de máximo voltaje para que anuncie las candidaturas de mayo sin retrasarlas más tiempo. «No hay que ponerse nerviosos. Sánchez no tiene un camino fácil en los próximos meses. Ha llegado a un punto de no retorno en su estrategia de ponerse en manos del independentismo, y la economía no va a ir a mejor. Nosotros no ganamos nada si equivocamos el tiro y nos dedicamos a mirarnos el ombligo en vez de hacer oposición», advierten desde Génova ante las tensiones internas por la estrategia nacional y por las mediciones electorales.
Fuente: La Razón