El jefe de la oposición, Pablo Casado, y el líder de Ciudadanos (Cs), Albert Rivera, coincidieron ayer en responder con una crítica muy dura a los gestos del Gobierno hacia el independentismo con la escenificación de una «cumbre bilateral» en Pedralbes. Se unieron para arremeter contra el resultado de la visita del Consejo de Ministros a Barcelona, y los dos volvieron a reclamar también que se aplique el artículo 155 y la convocatoria de elecciones cuanto antes. Casado sentenció que la reunión en Pedralbes ha sido «un acto de traición a España», y Rivera cargó contra el Gobierno por «claudicar» ante quienes «quieren secuestrar España secuestrando Cataluña». Cualquier vía de entendimiento entre Gobierno, PP y Cs ha quedado cegada hasta que se celebren unas nuevas elecciones generales y haya otro reparto de «cartas».
Tanto para PP como para Cs apelar al diálogo es un recurso retórico para justificar una nueva cesión al independentismo con un doble objetivo: ganar tiempo en la tramitación de los Presupuestos y no cerrar la puerta a un futuro entendimiento con los soberanistas tras las próximas generales, porque entienden que Pedro Sánchez «sabe» que la suma de la izquierda, como ocurre ahora, no será suficiente para mantenerse en La Moncloa. El PP anunció que registrará en el Congreso una petición de comparecencia del jefe del Ejecutivo para que informe de lo que negocia «a oscuras» sobre España con Quim Torra, el presidente de la Generalitat. Y Cs presentó una querella ante el TSJ de Cataluña contra todo el Gobierno catalán por dejar «que miles de personas tengan miedo y no lleven a sus hijos al colegio, no ir a trabajar o perder vuelos y trenes para irse de vacaciones».
En la presentación de los candidatos del PP en las Islas Baleares para las próximas autonómicas y municipales de mayo de 2019, Casado denunció que las dos partes intentaron «disfrazar de apelación al diálogo algo que es la ruptura de la máxima representación del diálogo, la Constitución». «Ayer se inició la ruptura de la soberanía nacional», sentenció. El líder popular había acusado hasta ahora a Sánchez de ser cómplice del «golpe» en Cataluña, unas palabras que ya fueron polémicas en su día por haber sido solemnizadas en el Congreso. Pero ayer fue un paso más hacia adelante, dentro de una posición en la que desde julio, nada más asumir el liderazgo del PP, exigió ya que volviera a intervenirse de nuevo la Generalitat, pero con medidas más duras que las aplicadas por el Gobierno de Rajoy. Casado acusó a Sánchez de prestarse como presidente del Gobierno a ser recibido por el presidente de la Generalitat con el trato dado a un dirigente extranjero. «Con liturgia bilateral y la humillación de una foto que parecía la cumbre entre dos países». En esa línea, tachó de «repugnante» el comunicado conjunto de La Moncloa y la Generalitat porque es el reconocimiento de la traición a España que se esconde tras la pretendida negociación de competencias bilaterales entre dos órganos administrativos no equivalentes. Y acusó a Sánchez de preparar un nuevo Estatuto catalán.
Rivera respondió con la misma dureza a Sánchez y le exigió que convoque elecciones y no acepte más humillaciones.
Fuente: La Razón