Tal vez sea porque le corre la pólvora de la «traca» mezclada con la sangre de sus venas.
Tal vez porque es capaz de ver lo que para los demás mortales pasa como un instante fugaz, imperceptible.
Tal vez porque se convierte en humo cada vez que ve quemar una falla. O en lágrima de tanta fallera que llora sin consuelo llena de emoción.
Tal vez sea que se le ha hecho el corazón fallero y atrapa como nadie cada momento de nuestra fiesta.
No lo sabemos.
Sólo sabemos que en sus ojos brilla nuestra fiesta fallera.
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Fotografías © 2016 César González Photography
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