Hemos tenido y tenemos presidentes de Gobierno, pero no todos son o han sido hombres de Estado. Mientras el ex presidente Mariano Rajoy defendía al Estado en el Tribunal Supremo, Pedro Sánchez, en el Congreso de los Diputados, se defendía a sí mismo de sí mismo. El mayor enemigo de Pedro Sánchez se llama Pedro Sánchez.
Se celebraba el último pleno de control al Gobierno, y hemos visto que a Pedro Sánchez no le gustan las críticas, como él dijo, ni al Gobierno ni a su persona. Por lo visto es un insulto al Estado ejercer la labor de oposición.
Si criticas su tibieza en el apoyo a Juan Guaidó o su pésima gestión en la defensa de los intereses españoles ante el Brexit, o los signos de desaceleración de nuestra economía o sacas a relucir que la verdadera causa de que se convoquen elecciones anticipadas ha sido el descubrimiento del relator, eres un mentiroso y un insultador.
«Hagan oposición al Gobierno y no al Estado», le decía Pedro Sánchez a Pablo Casado. Ahora todo es Estado, las declaraciones de renta de los ministros, las comidas en dudosa compañía, los intereses de España, los intereses de los españoles y los viajes en el Falcon.
La ética pública debe empezar por uno mismo, decía el Pikolín, pero o no se había mirado esa mañana al espejo o leía un discurso escrito por otra persona para otra persona. Casi bate el récord de Fidel Castro en la duración de un discurso, que se mantiene en siete horas y cuarto. Pero por mucho que se deleite en reiterar lo mala que es la oposición y goce de escucharse a sí mismo, lo que está claro es que hoy se echa el cierre a una legislatura por la quiebra del Gobierno de Pedro Sánchez.
Fuente: La Razón