Los accidentes domésticos son la primera causa de mortalidad infantil en países desarrollados. La muerte la pasada Nochevieja de un pequeño de tres años con una uva es, además de un drama, un aviso. Ni los niños ni los ancianos deberían comer nada con un tamaño mayor que una moneda de cinco céntimos, alertan los expertos. El caso del vecino de Villajoyosa que falleció hace unos días tras atragantarse con una aceituna no encaja en ninguno de los dos casos, pero evidencia que el riesgo existe en todas las edades.
Los consejos para evitar estos sucesos son tan simples como manidos, pero no deja de sorprender que las cifras no desciendan.
Según la Asociación Española de Pediatría, los atragantamientos son la segunda causa de muerte doméstica en niños de uno a tres años. Sin embargo, los pediatras destacan la falta de conocimiento de este problema en el ambiente familiar e incluso escolar. Critican, por ejemplo, que en algunos colegios y guarderías se celebren fiestas como las de las castañas o los frutos secos, en las que se pretende que los niños los conozcan, prueben y, de paso, se expongan a este tipo de alimentos. Y ello a pesar de que los principales cuerpos extraños que son aspirados por los pequeños (entre el 60 y el 80 por ciento) suelen ser vegetales y semillas, sobre todo frutos secos (especialmente los cacahuetes y semillas de girasol).
Recuerdan que la aspiración de cuerpos extraños es la responsable del siete por ciento de todos los accidentes mortales en menores de cuatro años.
Lo que sirve para los pequeños puede servir también para los adultos. «Hay que masticar bien y comer lentamente», recuerda al respecto Alfredo de Vicente, con años de experiencia a sus espaldas en la formación de primeros auxilios.
Pero a veces, demasiado a menudo, se nos olvida, y es aquí donde una buena formación y la templanza pueden salvar una vida.
«Si nos encontramos ante un caso de atragantamiento, debemos hacer algo antes de cinco minutos, pues, a medida que transcurren los minutos, disminuyen las posibilidades de supervivencia», cuenta el técnico de Formación de Cruz Roja en Valencia.
Aclara que no es necesaria una formación especializada, solo unas cuantas nociones muy básicas. Primero: distinguir entre una atragantamiento total y uno parcial. «Si puedo toser, respirar y hablar, mi vida no está en peligro. Si no puedo hacerlo, hay que ponerse manos a la obra», porque mientras en el primer caso basta con toser y mantener la calma, en los casos graves no queda otra que actuar.
Para empezar hay que coger a la persona que se está asfixiando desde atrás y por las axilas, y con una mano en el mentón, se le propinan cinco golpes secos en la zona de entre los omóplatos. Si no logramos que expulse el objeto que obstruye las vías respiratorias, se procede a la conocida maniobra de Heimlich.
Si con esta el paciente tampoco respondiera, pasaríamos a la RCP (reanimación cardiopulmonar) hasta que lleguen los servicios de emergencia.
En el caso de que el atrangantamiento sucediera estando a solas, la situación se complica. Hay que intentar toser, y también se puede practicar la maniobra Autohemlich. Pero siempre que sea posible, debe buscarse ayuda rápidamente.
Nota importante: Estas maniobras no deben realizarse en lactantes ni en embarazadas. Además, en las personas obesas resulta más difícil que funcionen.
Las prisas, el estrés o las malas posturas a la hora de comer son los grandes enemigos. Algo tan sencillo como tomarnos tiempo para disfrutar de la comida puede marcar la diferencia.
Fuente;: La Razón