Conchin Terrasa Cuñat

Pintora valenciana. 

Nacida y criada en la huerta valenciana, desde muy niña siente profunda inspiración por la pintura, lo que le lleva siempre a destacar en ese campo. Su poco tiempo libre lo dedica a pintar, pero no sería hasta pasados varios años cuando se dedique por entero a la pintura, que se convertirá así en su profesión.
En los últimos años ha realizado exposiciones con gran éxito. Su pintura se encuentra en ciudades españolar, países como Francia, Alemania, Portugal, etc y en diversas colecciones de pintura.
Su obra refleja un protagonismo absoluta de la luz y el movimiento.
El paisaje mediterráneo, con un colorido vivo y costumbristas, lleno de atractivo y vigor, las figuras femeninas y las representaciones de personajes huertanos, típicos de la tradición valenciana, plasmado en su obra con elegancia y una calidad deslumbrante, nos transporta a paisajes cotidianos de nuestra historia. Traslada al lienzo todas las atmósferas y veladuras necesarias para dotar de calidez su pintura.
En definitiva, sus lienzos tienen vida propia.

Pero Conchín Terrasa es mucho más que una pintora costumbrista. Conchín es una buscadora incansable de emociones, una rescatadora de recuerdos, de esos recuerdos colectivos con los que se impregnan sus cuadros y que nos trasportan a un tarde de corpus en la calle bolsería viendo pasar la custodia, envueltos en el perfume de pétalos de rosa, a un anochecer viendo la ofrenda, a un domingo por la mañana en el traslado, sintiendo el calor de la gente que se agolpa y acerca sus hijos para rocen el manto de la «cheperudeta». 
Conchín nos atrapa y nos lleva a pasear por los campos de naranjos, nos hace sentar junto a una acequia que serpentea entre los campos de la huerta, y nos envuelve en perfume de albahaca  y nos vamos paseando, y nos acercamos a la albufera para ver como anochece. Respiramos. 
Conchin Terrasa guarda los momentos perdidos de muchos valencianos, los atrapa, los mezcla con sus colores, y los desliza suavemente con sus pinceles por el lienzo, para que no se pierdan, para que siempre estén vivos, como bordados en el fino lino de una tarde de verano.

Dulces sueños. Oleo sobre lienzo 60×50