Cristóbal Pascual y Genís

1823 /// 1881
Político

Fue Cristóbal Pascual y Genís un célebre abogado, político y poeta valenciano que vivió la Valencia de los tiempos convulsos inmediatamente anteriores a la Restauración de 1874, cuando el sistema canovista. Cursó estudios en las Escuelas Pías de Carniceros y a los 22 años ya ejercía la abogacía logrando abrir en esta ciudad uno de los bufetes más afamados.

Su carácter retraído no le llevaba a exteriorizar sus opiniones políticas; sin embargo, su gran amistad con el progresista José Peris y Valero, le llevó a afiliarse a las filas del más avanzado liberalismo. Tras el pronunciamiento de 1843, que supuso el fin de la regencia de Espartero y la instauración del moderantismo, volvió a su bufete y a la literatura, no sin cooperar en cuantos movimientos políticos precedieron a la explosión de 1854, que acabó con la década moderada, iniciándose el bienio progresista en el que demócratas, progresistas y también moderados descontentos con la corrupción, aceleraron el proceso revolucionario agravado, además, por las epidemias del cólera de 1854, campo en el que el joven abogado, ya primer síndico de la ciudad y promotor fiscal del distrito de San Vicente, al que le llevó su partido, prestó buenos servicios. Sin embargo, el desgaste progresista en 1856 le llevó nuevamente a la oposición.

Reagrupado el progresismo en 1863 y marginado del poder por Isabel II, su posterior fortalecimiento valenciano en la persona de José Peris y Valero y su periódico ‘Los Dos Reinos’, serán frecuentes las colaboraciones de Pascual y Genís, así como las de otro correligionario como fue Félix Pizcueta.

La revolución de 1868 tuvo por objeto el cambio de régimen y el derrocamiento de Isabel II. Tras los sucesos de septiembre en Valencia se concertaron los progresistas con Peris y Valero a la cabeza. Pascual y Genís fue aclamado como uno de los líderes del momento; él mismo fue el redactor de la primer proclama tranquilizando los ánimos y salvando muchos conflictos de aquella situación; fue presidente de la comisión de Personal, figuró en la de Hacienda y comisionado en Madrid para el nombramiento del Gobierno provisional; mas, vuelto a Valencia propuso la disolución de la Junta Revolucionaria de la ciudad, dominada por los demócratas, que no podía ser más que un elemento de perturbación. Fue elegido entonces vicepresidente primero y, después, presidente de la Diputación Provincial.

Su carrera política le llevó a ser nombrado abogado fiscal del Tribunal Supremo, en 1870, y senador en 1871. Tras la Restauración, al morir Peris y Valero, encabezó la integración de los antiguos progresistas radicales en el fusionismo liberal de Sagasta y fue concejal del Ayuntamiento de Valencia hasta su muerte.

Sin embargo, todos estos apuntes biográficos no deben apartarnos de lo que fue una pasión literaria que nunca le abandonó, aunque se viera momentáneamente eclipsada por la actividad política, para resurgir en sus últimos años de vida.

La faceta que más nos complace recordar de su personalidad es su amor y dedicación a Valencia, con sus convicciones políticas progresistas. Formó parte de toda aquella pléyade de poetas, literatos, historiadores que aparcaron sus diferencias en pro de una causa común como era el valencianismo. Ya le vimos leyendo sus poesías en el famoso acto celebrado en el pabellón de la Feria de Julio; también figuró en la primera relación de los socios de la recién fundada Lo Rat Penat, con el número 27; fue premiado como poeta en los Primeros Juegos Florales… todo lo cual indica que como Vicente Boix, Félix Pizcueta y tantos otros de la izquierda de entonces, destacó por su encendida defensa de todo lo valenciano donde se encontraron con Teodoro Llorente, Wenceslao Querol y otros ‘poetes de guant’.

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