Cuando el camino de la lactancia se llena de demasiados baches

Hoy relatamos el testimonio de una madre que luchó hasta que tuvo fuerzas por mantener la lactancia.

He estado nueve meses preparándome para recibir a mi bebé. Entre otras muchas cosas me he informado de la importancia de alimentarle con mi propia leche y ese fue mi mayor deseo.

Al nacer mi pequeño la leche no me subió de inmediato. Parecía que tan solo yo sabía que, hasta que se produjera la subida, el calostro era todo lo que necesitaba los primeros días de vida. Los profesionales que nos atendían insistieron que mi pequeño debía tomar suplemento de fórmula porque había perdido mucho peso. No soy sanitaria ni tengo los conocimientos de los profesionales de la salud, pero después de lo que he vivido he hecho un master en lactancia. Por lo tanto, me indigna que la formación de los profesionales sea tan somera y llena de contradicciones en algo tan crucial como alimentar al recién nacido con la leche de la propia especie.

Mi parto fue largo, 27 horas. Un parto provocado (inducido) a las 41 semanas y 3 días. Me administraron oxitocina y anestesia epidural. Confié plenamente en los profesionales que me atendieron. Decir al respecto, que un parto de estas características requiere de administrar una cantidad considerable de líquidos intravenosos (goteros), y no es extraño en casos así que el recién nacido pese más al nacer. El exceso de peso es simplemente agua, que se eliminara las primeras 24-48 horas a través de la orina.

Proporcionalmente la pérdida de peso en estos casos será mayor aun estando el lactante correctamente alimentado. Nadie se preocupó, nadie vino a ver cómo eran las tomas al pecho, nadie me preguntó cuántas tomas hacía el bebé en 24 horas. La solución se limitó a prescribir suplementos de leche de fórmula, diciendo que no tenía todavía la subida de la leche. ¡Pero yo quería amamantar! No deseaba dar suplemento ¿Acaso a nadie le importaba?

La vulnerabilidad que sufrimos las madres en estos momentos de postparto se suma al gran desconocimiento profesional en lactancia materna. Es más fácil, y conlleva menos trabajo, dar un suplemento que valorar el problema para poder ayudar a las madres que deseamos amamantar. Nadie mide los riesgos de administrar suplementos de fórmula. Nadie valora nuestros deseos.

En definitiva, me fui a casa con mi pequeño y con la prescripción de administrar 30 mililitros de leche de fórmula cada tres horas, después de cada toma de pecho. Ahora sé que, de tener que dar suplemento, tampoco se hace como me indicaron. La cadena de errores continuó a los tres días de estar en casa. Mis pechos eran un mármol. El bebé era incapaz de cogerse. El pecho se me comenzó a llenar de bultos duros como piedras. Varias horas después eran enormes y me dolían como me han dolido pocas cosas. No podía ponerme derecha, ni coger al bebé, ni respirar, el dolor era cada vez mayor. Me fui a urgencias. La ginecóloga que me atendió, me prescribió antibiótico y dostinex, fármaco que según ficha técnica se utiliza: «Tras el parto, cuando la madre decide no dar el pecho a su hijo o cuando la lactancia esté contraindicada, por razones médicas, para la madre o para el recién nacido o tras dar a luz un feto muerto o tras un aborto».

A mí nadie me preguntó. Es más, de forma rotunda se me indicó no ponerme al bebé al pecho ni extraerme leche. A los dos días de hacer caso a sus indicaciones estaba peor, por lo que fui de nuevo a urgencias. Me volvieron a dar una dosis más de dostinex, indicándome nuevamente que no me tocara para nada el pecho. La cosa no mejoraba, así que decidí buscar ayuda de una persona que supiera de lactancia. Mi único deseo era terminar con ese dolor tan inaguantable y olvidarme de amamantar.

Sus indicaciones: calor y masajes antes de amamantar. Fue entonces cuando le referí mi deseo de no continuar con la lactancia. Ya no podía más. Incluso fui a la visita sin el bebé. No obstante, me indicó que mis pechos debían de vaciarse y era mejor no utilizar el extractor. Me enseñó extracción manual y me aplicó frío local después.

¿Podía amamantar si había tomado un fármaco para inhibir la lactancia? ¿Por qué indicaciones tan enfrentadas? El alivio fue inmediato, pero la incertidumbre se apoderó de mí y me sobrepasaba. Debía continuar con las extracciones cada vez que notara el pecho lleno, extracción manual tan solo hasta notar alivio para no volver a la situación de tener dos piedras en vez de mamas.

Mi estado de ánimo estaba por los suelos, no podía parar de llorar, no deseaba exponer a mi bebé a ningún riesgo.

Me siento mal por haber interrumpido así la lactancia, dolorida tanto física como moralmente. Pedí ayuda para lactar y conseguí indicaciones para suprimirla. Los profesionales deberían tener en cuenta los deseos de cada madre y necesitan estar formados. Muchas madres queremos amamantar, pero no encontramos ayuda para las posibles dificultades que puedan surgir. Faltan profesionales especializados. Ser sanitario no significa saber de lactancia, saben que la leche materna es lo mejor, pero ante cualquier dificultad, recomiendan leche de fórmula. Ojalá hubiese dado con la ayuda adecuada antes de derrumbarme.

Pueden enviar sus preguntas a
consultalactancia@larazon.es

Fuente;: La Razón

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