«Me cuesta recordar algún jugador que hable mal de él». La reflexión es de un miembro de la Federación Española de Baloncesto que trató con Pepu Hernández en 2006, el año del oro de Japón, y en 2007, el año de la amarga plata en el Eurobasket que se celebró en España. El nombramiento de Pepu como candidato a la alcaldía de Madrid por el PSOE ha causado una sorpresa monumental en el «BA-LON-CES-TO» español.
A jugadores, ex jugadores, miembros de la Federación y del Estudiantes les ha pillado por sorpresa, aunque «en las tertulias políticas y de actualidad que teníamos en el equipo siempre se le veía venir», asegura Alfonso Reyes, que fue jugador suyo en dos etapas en el Estudiantes. El seleccionador campeón del mundo, el conferenciante de éxito, el comentarista de televisión, uno de los referentes históricos del club de Magariños se ha zambullido en la política. «Es un tío muy culto y es superválido para cualquier reto que se proponga. Se ha metido en una aventura con mucho peligro y para todos ha sido una sorpresa, pero seguro que él lo llevaba muy bien pensado y eso incluye los palos que ya le han empezado a caer», asegura Reyes.
«En el 89, en la etapa juvenil, los que ahora son los juniors, trabajé con un grandísimo formador de personas. Alguien que te enseñaba muchas más cosas al margen de jugar al baloncesto. Luego compartimos cuatro años en el primer equipo y fue una etapa muy fructífera porque creo que fueron sus mejores años como técnico. Fue capaz de adaptarse del trabajo con post-adolescentes a hacerlo con hombres hechos y derechos», comenta el mayor de los Reyes.
Aquella plantilla del Estudiantes que ganó la Copa del Rey en 1999 en Vitoria era un grupo muy especial. Nacho Azofra, Carlos Jiménez, Gonzalo Martínez, los hermanos Reyes… «Pepu era capaz de aprender de los jugadores y sacar lo mejor de cada uno. Se llevaba muy bien sobre todo con jugadores que eran inteligentes tanto dentro como fuera de la cancha y tenía en cuenta sus opiniones. Era capaz de delegar y lograba implicar a todo el mundo», detallan desde el club colegial.
Esos valores los trasladó a su intensa etapa en la selección. «Sabía manejar muy bien al grupo, tenía mucha mano izquierda y dejaba un amplio margen de libertad de actuación a los jugadores y estos estaban encantados», se afirma desde la FEB. Y eso que tuvo que abandonar la selección por su incompatibilidad con Pepe Sáez. «Es que no se podían ni ver», dice un ex internacional. Y no lo disimulaban. En pleno Eurobasket, en el hall del hotel de concentración en Sevilla, hubo alguna discusión por defender a sus jugadores del exceso de compromisos extradeportivos que él consideraba que tenían que asumir. «Desde aquí. –comentan en la Federación– ya se le advirtió de que el tema de la sociedad que ha salido en los medios ahora le podría generar problemas y mira… Y no sé si va a ser capaz de aguantar todo lo que le va a caer, porque antes de que se cumpliesen las 24 horas del anuncio ya estaban con el tema de los líos con Hacienda». «De cualquier forma los valores que transmitió en la etapa que estuvo en la Federación, como la ilusión, el respeto, la confianza, mucha comunicación, la unión… bienvenidos sean en el mundo político», se afirma desde la FEB. «Y era una gran comunicador porque sabía qué hacer, cómo hacerlo y cómo venderlo».
«Con Pepu hablábamos de todo, incluida la política, aunque casi siempre discrepásemos», afirma Alfonso Reyes. «Le gustaba crear polémica, buscarte las vueltas, discutir, dialogar y siempre desde el respeto. Pero también había muchos momentos en que se enfadaba y dejaba de hablar. Se cogía sus buenos cabreos, aunque un entrenador que esté siempre de buen humor es bastante sospechoso», comenta el ex internacional.
«En las comidas y en las cenas estábamos siempre en mesas diferentes, pero muchas veces nos juntábamos al final para hacer una tertulia y hablar de política, de la actualidad, con Nacho Azofra, el médico, el preparador físico… Y a Pepu siempre se le veía por dónde iba», recuerda Reyes.
El presidente de la ABP le define como un «hombre con muchas inquietudes y al que el baloncesto de grandes clubes creo que ya no le llamaba la atención». «Es un gran lector con el que compartía el gusto por los clásicos y la novela histórica. Recomendaba lecturas y era el reflejo de aquel Estudiantes, que era un equipo que tenía muchas inquietudes», rememora Reyes.
La excepción a aquello de que ningún jugador habla mal de él llega de uno de los componentes de la plantilla estudiantil el año en que el club colegial logró la permanencia en los despachos. «A mí no me tocó el mejor Pepu. Fue un año muy difícil», asegura un jugador que prefiere mantener el anonimato. Es la excepción a la legendaria mano izquierda de Pepu.
Fuente: La Razón