A mediados del siglo XIX, Valencia, como la mayoría de las ciudades europeas, se veía todavía asolada por enfermedades como el cólera, nacidas de la falta de higiene en las calles, aún por empedrar, y de la ausencia de agua potable. El punto de inflexión en la capital del Túria se produce en el año 1846, tras la muerte del canónigo Mariano Liñán. Aunque este nombre ha pasado al olvido de la mayoría de los valencianos, su fallecimiento marcó un antes y un después para la ciudad. Liñán legó 28.000 duros para financiar el abastecimiento del agua potable a la ciudad, con la condición de que las obras empezaran antes de un año. En caso contrario, el dinero pasaría a manos de la Beneficencia. Nombró albacea a su hermano, quien formó una comisión junto al Ayuntamiento de Valencia y la Sociedad Económica de Amigos del País. Poco después, la reina Isabel II concede el permiso para crear la red y la planta de abastecimiento para la ciudad, y se decide que la toma se realice en el río Turia. Pero la cantidad económica que había dejado en herencia Luján resultó insuficiente para la gran obra que suponía. Así que el Marqués de Campo, entonces alcalde de Valencia, creó una sociedad anónima para que los particulares que lo desearan aportaran dinero, y conseguir así la financiación del proyecto. Con el tiempo, José Campo dejó la alcaldía y se erigió en presidente de la «Conducción de agua potable a la ciudad de Valencia SA», la semilla de lo que posteriormente fue Aguas de Valencia. La empresa, que durante la mayor parte de su historia ha sido de capital valenciano, atravesó una complicada época de vaivenes accionariales que finalizaron con la compra por parte de la familia Calabuig (propietarios del grupo Fomento Urbano de Castellón) del paquete accionarial que CaixaBank había heredado del Banco de Valencia al absorber a esta entidad, y de los títulos de los franceses Suez, propietarios de Aguas de Barcelona, junto con CaixaBank. Una historia con final feliz para los Calabuig y también para los valencianos, que han visto cómo esta compañía ha ido creciendo hasta convertirse en lo que hoy es el grupo Global Omnium.
Actualmente, gestiona la totalidad de aspectos relacionados con la captación, tratamiento y distribución de agua potable de numerosas ciudades españolas de Andalucía, Cantabria, La Rioja, País Vasco, Navarra, Castilla-La Mancha y Castilla León y de sus áreas metropolitanas. Ampliamente arraigada en el territorio nacional, aportando servicio a más de 300 municipios en 11 comunidades autónomas, facilita el abastecimiento de agua potable a tres millones de personas y trata las aguas residuales de cerca de tres millones de habitantes. Además, durante los últimos años Global Omnium ha iniciado diversos proyectos internacionales que le han llevado a África, Oriente Medio yLatinoamérica. Un crecimiento exponencial que ha venido de la mano de su negocio del agua pero también de su visión en cuanto a la necesidad de investigar y obtener las mejores tecnologías para este negocio. No en vano, son líderes en contadores inteligentes y buena parte de su negocio pasa ya por la venta de «know-how».
Aunque el tratamiento y abastecimiento de agua sigue siendo el corazón de la compañía, los nuevos tiempos han traído nuevos negocios que están transformando día a día este empresa.
Hace tres años, Avanqua, el consorcio formado por Aguas de Valencia y el acuario de Vancouver, ganó el concurso público para gestionar el Oceanogràfic de Valencia, uno de los mejores acuarios de Europa y que en la actualidad supone un foco de atracción de turistas en la ciudad. Ni siquiera Global Omnium esperaba el enorme éxito que está logrando el recinto desde que está en manos de esta empresa privada.
Pero la diversificación de la compañía no acaba ahí. Su ilusión está ahora puesta en la incubadora de empresas que inaugurará en breve en unas instalaciones de más 2.500 metros cuadrados y que llevará por nombre Go Hub. La idea surgió hace tres con la aceleradora Sic Parvis Magna. El enorme crecimiento de la misma y el buen funcionamiento de los proyectos que de allí han ido naciendo han llevado a la compañía a dar alas a este proyecto de la mano de Jaime Barba, director de Sistemas de Global Omnium y ahora responsable de la aceleradora. La idea es que las empresas que nacen al calor de la compañía valenciana nutran de servicios a la misma al resolver sus necesidades para posteriormente ofrecer estos servicios a otras empresas si así lo desean.
Un sistema para realizar un «TAC» a los edificios, es decir, ver su estado interno sin tener que levantar suelos ni picar paredes; o unos drones para tomar muestras de agua en mitad de un lago, sin necesidad de enviar una embarcación, son sólo dos de los proyectos que han surgido hasta ahora abrigados por la firma.
Fuente;: La Razón