De Angola a Irak: 30 años de misiones españolas en el exterior

Corría el 3 de enero de 1989 cuando tres militares españoles aterrizaban en Luanda (Angola) para desplegarse como observadores en la Misión de Verificación de Naciones Unidas (UNAVEM) y supervisar la retirada de las tropas cubanas. Fue la primera operación de paz en la que participaban las Fuerzas Armadas y a partir de ahí han ido llegando muchas otras: 83, cada una con sus siglas y repartidas por todo el planeta. Namibia, Nicaragua, Bosnia, Irak, Afganistán, Mali, Colombia… Son algunos de los teatros de operaciones que en estos 30 años han pisado más de 160.000 militares españoles y en los que han perdido la vida 170.

Los primeros años fueron de toma de contacto con las misiones en el exterior, que se centraban básicamente en labores de verificación. Así, en marzo de ese año 1989, los militares españoles volvieron a ponerse la boina azul de Naciones Unidas para viajar a Namibia como parte de la misión UNTAG. El objetivo era vigilar el proceso de independencia. Ocho meses después, llegaban a Centroamérica en la que fue la primera misión que mandaba nuestro país. Bajo el nombre de ONUCA, la operación buscaba acabar con los grupos guerrilleros.

Y llegó 1990 con la primera guerra para España, la del Golfo, en la que nuestro país contribuyó al embargo marítimo a Irak. En agosto de ese año, tres buques y varios aviones partieron hacia la zona del Golfo. Entre sus 500 efectivos, un centenar de jóvenes de la «mili». Este estreno trajo consigo imágenes que aún quedan en la memoria, como la actuación de Marta Sánchez en la fragata «Numancia». También fue la misión en la que falleció el primer militar español, el cabo 1º Romero.

La guerra se dio por concluida en febrero de 1991 y un mes después, 600 militares generaban la «Agrupación Alcalá» para formar parte de la operación «Provide Confort», que en España se bautizó como «Alfa Kilo». Su misión era la de prestar ayuda a la población kurda en el norte de Irak. Fue el primer gran reto logístico, pues supuso un despliegue en tiempo récord de medios terrestres y aéreos. Durante ese año, los españoles continuaron en Angola, en la segunda fase de UNAVEM.

Terminaba 1991 tomando el primer contacto con el que sería –y es– el país en el que más tiempo han estado desplegados los militares españoles: Bosnia. En esa primera «visita», bajo las siglas ECMMY, se desplegaron nueve efectivos como observadores. Pero fue un año después cuando comenzó la misión como tal. Primero, en julio, con el despliegue en el Adriático de la fragata «Baleares» en la Flota Permanente de la OTAN (STANAVFORMED). Y en noviembre, con la integración en la Fuerza de Protección de la ONU (UNPROFOR), con más de 1.400 cascos azules de nuestro país.

Arrancaba así la operación que más reconocimiento ha dado a las Fuerzas Armadas, encargadas de abrir rutas de abastecimiento, escoltar convoyes o contribuir en las negociaciones sobre prisioneros de guerra. En 1995, la misión pasó a depender de la OTAN y se denominó IFOR. En ella se desplegaron unos 1.500 españoles. Entre medias, «Deny Flight», en la que por primera vez se desplegaron cazas Un año después, a finales de 1996, se estableció la Fuerza de Estabilización y, bajo las siglas de SFOR, España mantuvo un contingente de 1.300 efectivos. Esta Fuerza se mantuvo hasta 2004, cuando la UE volvió a tomar las riendas y estableció la operación «Althea», que continúa hoy con tres españoles.

Tras Bosnia llegaron otros destinos: Chechenia, Albania, Moldavia, Georgia o Centroamérica, donde en 1998 la operación «Alfa Charlie» ayudó a los afectados por el huracán Mitch.

Ya entrados en el siglo XXI, las Fuerzas Armadas comenzaron a tener mayor protagonismo y presencia internacional con dos misiones clave, con las que España alcanzaría la madurez: Afganistán (2001) y Líbano (2006).

La primera tiene el triste honor de ser la que cuenta con más número de caídos: 100, de los que 62 perdieron la vida en el accidente del Yak-42 en 2003. La participación española arrancó primero en el marco de la operación «Libertad Duradera» a finales de 2001, justo cuando el Gobierno autorizó la participación en la operación de la OTAN (ISAF). El primer contingente era de 350 efectivos, lejos de los despliegues de más de 1.500 militares entre 2008 y 2011, los peores años de una guerra que tardó en llamarse así, guerra. La responsabilidad española se centró en la provincia de Badghis, en el aeropuerto de Herat y en una serie de puestos avanzados de combate. En 2015 finalizó ISAF y arrancó «Resolute Support», con menos presencia española: actualmente hay 67 españoles en Kabul.

Mientras, en Líbano, nuestro país comenzó su participación en la misión de Naciones Unidas (FINUL) con una de las mayores operaciones de desembarco de la historia de las Fuerzas Armadas. Era septiembre de 2006 y los primeros cascos azules llegaban a las playas de Tiro. Desde entonces, la labor de los uniformados españoles ha sido la de vigilar la delicada «Línea azul», que separa Líbano e Israel desde 2000, para evitar incidentes entre Israel y Hizbulá. Nuestro país está al frente del sector Este, una de las zonas más inestables y con constantes enfrentamientos, como el que costó la vida al cabo Francisco Javier Soria en 2015 al ser alcanzado por fuego israelí. De los más de 1.100 efectivos desplegados hasta 2012, se ha pasado a los 620 actuales.

Entre ambas operaciones, la vista y no vista participación en la Guerra de Irak en 2003. En marzo de ese año, el Gobierno del PP autorizó el despliegue de un contingente de 1.000 efectivos. Sin embargo, un año después, tras los atentados del 11-M, el nuevo Ejecutivo del PSOE anunció la retirada.

Poco a poco fueron surgiendo nuevas misiones, tanto de ayuda humanitaria como de paz: Burundi, Sudán, Haití, Indonesia, Pakistán, Congo… Y hasta en el Cuerno de África, donde desde 2008 España es uno de los más fieles contribuyentes a la operación «Atalanta» contra la piratería en el Índico.

Y es que África se ha convertido en los últimos años en un escenario clave para los militares españoles. Actualmente están en Mali, Gabón, Senegal, República Centroafricana, Yibuti, Somalia y, esporádicamente, en Mozambique, Cabo Verde, Túnez o Argelia. Pero también han pasado por el Congo, Chad ,Uganda o Libia.

Además, España ha querido ganar más peso en la OTAN y, por ejemplo, desde 2006 participa en la Policía Aérea del Báltico con cazas protegiendo el espacio aéreo (un nuevo despliegue está previsto en verano) o en la Presencia Avanzada Reforzada en Letonia. Ambas, como disuasión ante las amenazas de Rusia. El Ejército también protege a Turquía de ataques con misiles con una batería «Patriot» desde 2015. Sin olvidar su participación todos los años en sus Agrupaciones Navales Permanentes (SNMG y SNMGMC).

Entre las últimas misiones que se han sumado a la lista también está Irak, como parte de la Coalición Internacional contra el Daesh desde 2015; la operación «Sophia», contra las mafias de la inmigración en el Mediterráneo; Colombia, para verificar el proceso de paz, y a punto de arrancar, de nuevo Irak, aunque en esta ocasión bajo el paraguas de la OTAN en una nueva misión (NMI) de adiestramiento a altos mandos.

En la actualidad hay 3.028 militares desplegados en 16 misiones, siendo las de Líbano e Irak las más numerosas, con 620 y 575 efectivos, respectivamente.

«Antes sólo podíamos gestionar una o dos misiones a la vez»

«Al salir al exterior pudimos compararnos con otros Ejércitos y aprender. Y nos dimos cuenta de que partíamos de un nivel muy alto». Quien habla es el teniente general Fernando López del Pozo, Comandante del Mando de Operaciones (CMOPS). Es el responsable del planeamiento y la ejecución de las operaciones de las Fuerzas Armadas, las cuales conoce bien, pues ha pasado por Bosnia, Irak y Líbano. Ahora, tras 44 años de vida militar, reconoce que los Ejércitos y la Armada «han evolucionado mucho». «Hace 30 años estaban pensados y organizados para otras misiones», dice, y añade que, con el tiempo, «han ganado en flexibilidad, reactividad y eficacia». «Antes sólo éramos capaces de gestionar una o dos misiones a la vez y ahora podemos planear, conducir y realizar el seguimiento de una veintena».

Fuente: La Razón

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