El 17 de marzo, cuando aún no era presidente del Gobierno, Pedro Sánchez se sumó a la protesta convocada en defensa de las pensiones para exigir al Ejecutivo de Rajoy que garantizara unas pensiones dignas y que éstas subieran al mismo ritmo que el IPC. Bajo un paraguas rojo, Sánchez instó ese día al presidente del Gobierno popular que saliese de su «búnker», que no abandonara a este colectivo ni agraviase con una subida del 0,25% en sus pensiones a las personas que «construyeron el país». Desde esa protesta hasta la investidura de Sánchez como presidente del Gobierno transcurrieron 77 días apenas.
Ayer, 111 días después de que el secretario general del PSOE entrase en Moncloa por primera vez como jefe del Ejecutivo, volvió a toparse con la manifestación de la Coordinadora Estatal de Pensionistas. En esta ocasión, sin embargo, no se puso detrás de la pancarta ni se comprometió, como en marzo, a «apoyar en la calle lo que es de justicia». Abandonó la Carrera de San Jerónimo en coche oficial mientras la ministra de Trabajo, Magdalena Valerio, vinculaba cualquier subida en las pensiones a que los partidos políticos alcancen previamente un acuerdo en el Pacto de Toledo. PSOE y Podemos anunciaron hace semanas un principio de acuerdo para subir las pensiones al ritmo del IPC. Llevarlo a la práctica, sin embargo, parece más difícil de lo que Sánchez creía desde la oposición.
Fuente: La Razón