EE UU enfría la idea de una intervención militar en Venezuela

El cambio en Venezuela no será rápido, ni tampoco es inminente. Al menos es lo que transmite el cambio de posiciones al respecto que se ha vivido en esta semana en América Latina. Mientras Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional (AN) y reconocido como «interino» de la República por más de 50 países, continúa su gira regional; en Venezuela todo se prepara para su eventual regreso. «Deberá enfrentar a la justicia», ha dicho Nicolás Maduro sobre el posible encarcelamiento del opositor, que violó una prohibición de salida del país dictada por el Tribunal Supremo que maneja el chavismo. Hace apenas una semana, John Bolton, el asesor de seguridad nacional de Donald Trump, recalcaba que cualquier daño a Guaidó traería consecuencias con la Casa Blanca, «y es algo que hemos hablado con nuestros socios en la región, en la Unión Europea y en el mundo». En el Grupo de Lima –conformado por 13 países de Latinoamérica– se exigió no actuar contra el opositor, que está protegido además por unas medidas cautelares de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que Maduro ha violado en otros casos una y otra vez.

Pero ahora el discurso es otro. «Nosotros hemos dicho que no vamos a usar fuerza militar (…) la acción militar no es una buena idea, es decir, ese no es el camino que EE UU está siguiendo», dijo Elliot Abrams, enviado especial de Estados Unidos para la cuestión venezolana, en una entrevista con CNN. Aseguró que tampoco harán uso de la fuerza para introducir la ayuda humanitaria ni en caso de que el presidente de la AN sea arrestado. Tan solo tres días antes, un alto funcionario del Departamento de Estado decía a la prensa, bajo condición de anonimato, que Estados Unidos mantiene todas las cartas sobre la mesa, pues una intervención militar es potestad de Trump exclusivamente. «Nosotros no formamos parte del Grupo de Lima», recalcaba en relación a la posición del conglomerado de países que se plantaron en contra de soluciones militares.

Ahora, dice Abrams, el propio entorno de Maduro optará por desplazarlo del poder cuando las presiones sean insostenibles. De allí el aumento de las sanciones, que se espera comiencen a incluir a familiares de funcionarios, incluyendo el retiro de visas y congelación de fondos. Además, a partir de abril y, sobre todo, en junio se sentirán de lleno en Venezuela las consecuencias de las sanciones impuestas por Washington al negocio petrolero, cerrando la fuente de ingresos del país que vendía el 90% de su factura de crudo a la potencia del norte. El chavismo mantiene la retórica de que los «gringos» atacarán. «Nadie confía que la intervención militar está descartada», dijo Diosdado Cabello.

Fuente: La Razón

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