El 56,7% rechaza vender armas a Arabia Saudí

Vender el alma al diablo… Todos tenemos un precio… Refranes y frases hechas hay muchas –en todos los idiomas del mundo–, para reflejar el pragmatismo que se esconde tras operaciones comerciales o industriales como la reciente venta de corbetas a Arabia Saudí o a otros países en los que no existen derechos humanos ni libertades. En el otro extremo de la balanza, una población española que necesita trabajar y ganar dinero para continuar con sus vidas. En gran medida se justifica –y nos justificamos– tapándonos la nariz y reafirmándonos en nuestra decisión asegurando a todo aquel que cuestione la decisión que si «no fuéramos nosotros, otros vendedores se hubieran llevado el negocio». Entre medias, en España, el pulso entre unas y otras fuerzas políticas por lograr el apoyo de sus posibles votantes. Unos electores que castigarán sin misericordia a quienes, desde el Gobierno, empobrezcan sus comarcas. Ante ello, viejos conceptos como la izquierda y la derecha han mutado en un cálculo de intereses. Todo recuerda demasiado al viejo dicho británico de que «Inglaterra no tiene amigos, sólo intereses». Ese concepto, a mitad de camino entre el cinismo y el egoísmo –caiga quien caiga–, rige en la geopolítica. El Derecho Internacional, quizá el compendio jurídico menos respetado del mundo –ejemplos hay muchos–, tiene su mayor expresión en algo tan intangible para esas poblaciones occidentales como las libertades en regímenes totalitarios. Las críticas de la encuesta de NC Report a la venta de armas a Arabia Saudí sin duda sería distinta si se preguntase en las zonas de los astilleros de las corbetas. Los intereses personales son poderosos. Y sin duda definitivos.

Fuente: La Razón

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