Colchones junto al estanque y sacos de dormir a la sombra de la antigua Casa de Socorro se mantienen desde hace meses
La altura del césped descubre que ha pasado mucho tiempo de la última pasada de la segadora, lo mismo que ocurre con la hojarasca amontonada en el murete de la marginal derecha. Pero la situación de la Alameditas de Serranos ha empeorado mucho por la acampada indiscriminada en el jardín histórico, donde ayer había dos colchones junto al estanque y ropa tendida para secar sobre un seto.
Poco a poco, el campamento de indigentes toma forma y aumenta conforme se acerca el paseo creado en 1830 a la antigua Casa de Socorro, justo enfrente de donde cada año plantan la popular falla de Na Jordana. Otros setos abren un hueco donde descansan varias personas, mientras que otra está tendida en el suelo debajo de una sábana y junto a un carrito de supermercado repleto de todo tipo de enseres.
«Son personas que no tienen donde ir y duermen a la intemperie, pero la cuestión es que el Ayuntamiento debería ofrecerles una alternativa porque un jardín como las Alameditas no es sitio para este tipo de acampadas», indica uno de los vecinos del cercano barrio del Carmen.
Las Alameditas se extienden desde el puente de San José al puente de la Trinidad, casi a la altura de Les Corts. Es, por lo tanto, una extensión más que suficiente para reconocer la importancia de esta zona verde. Pero la realidad es que el pavimento de caucho de los juegos infantiles está tan sucio que se entiende la ausencia de vecinos.
Sólo una familia de turistas se fotografiaban en la parte próxima a las Torres de Serranos, mientras unos plásticos flotaban en la lámina de agua decorada con unos surtidores, discutidos en su día porque obligaron a trasladar una escultura en bronce de Esteve Edo. A media mañana, apareció un vehículo del Ayuntamiento para realizar unas reparaciones en una canalización.
Pero la necesidad de mejoras en las Alameditas es más urgente en el pavimento, sin una capa de tierra y con todas las piedras al descubierto, listas para hacer tropezar a cualquiera. Los vecinos que alertaron de las acampadas habituales añadieron que «es obvio que no hay un lugar para que puedan hacer sus necesidades, por lo que no hay que pensar mucho acerca de dónde las hacen».
Las Alameditas son un jardín de tipo romántico, una iniciativa del Barón de Herves en 1830 para sanear la parte delantera y trasera de las Torres de Serranos. La voluntad higienista de la época facilitó esta inversión, que cobró forma siete años después con un diseño del arquitecto Salvador Escrig, el autor de la plaza Redonda.
Tras la riada de 1957 se hizo alguna modificación, especialmente por el derrumbe del puente de madera, para recolocar varias esculturas. Antonio Sanchis, presidente de Amics del Carme, comentó que es la única zona verde que tienen los vecinos del barrio, dado que el jardín de la plaza del Carmen está parcialmente ocupado por la terraza de un bar. Sanchis criticó esta última circunstancia como ejemplo de la saturación de terrazas que sufre el barrio, especialmente en las zonas más turísticas y monumentales.
Entre las estatuas que adornan y dan mayor prestancia a las Alameditas destacan dos esfinges colocadas a la entrada de Pont de Fusta, que también han sufrido en ocasiones actos de vandalismo con pintadas. También el busto de Peppino Benlliure, obra de José Capuz, realizado en bronce dorado a fuego y colocado sobre un pedestal. El monumento se inauguró en el verano de 1919, ubicándose en principio enfrente de la casa de los Benlliure, a escasa distancia de los jardines.