El "club" de las nuevas madres

Son las once de la mañana de un viernes cualquiera. Al centro de salud de Fuente de San Luis comienzan a llegar madres, algún padre, y sus bebés. Las primeras son las veteranas. Se saludan, preguntan cómo ha ido la semana, se descalzan y se acomodan sobre las colchonetas. Pasados unos minutos llegan las enfermeras. Llaman a la puerta. Asoma la cabeza una madre con su recién nacido. Detrás, el padre. La cara lo dice todo. Están agotados, desbordados. Algo no funciona. Han llegado al lugar indicado para encontrar remedio.

Para entrar en este «club» de madres no hace falta más que tener un bebé, o estar a punto, y haber decidido amamantar. El objetivo del taller es buscar soluciones a los problemas que pueden producirse durante la lactancia materna y buscar, con el apoyo de la «tribu», como dice la enfermera Cintia Borja, solución.

«Hola. Me llamo Marta y esta es Ana. Tiene siete días y algo estoy haciendo mal». Quizás en ese momento rompa a llorar. Está superada, nadie le contó que esto podía pasarle. «No deja de llorar, yo creo que tiene hambre. Y yo tengo mucho dolor en un pecho. No puedo más. No paran de decirme que le dé biberón, que no tengo leche. Alguno le he dado ya, pero yo quiero amamantarlo. No sé hasta cuándo aguantaré».

Los nombres no corresponden a la realidad, pero la situación es muy común. Las hormonas, el cansancio, la presión del entorno… llevan a muchas madres a situaciones críticas.

Borja explica que en el 90 por ciento de las ocasiones el problema es el agarre. El bebé nace con el instinto necesario para succionar, es pura supervivencia, pero puede ser que se haya interferido en él, que se le empuje demasiado hacia el pezón. Entonces, hace daño y además, puede provocar que no gane suficiente peso. Es necesario el asesoramiento de un especialista.

Pero, ¿por qué es necesaria ayuda para hacer algo que es tan natural como el nacimiento? «La lactancia da mucho trabajo. Requiere mucho tiempo y la verdad, no hay ninguna casa comercial que te avale. Tiene mucho de altruismo». A esta circunstancia se añade el hecho de que se lleva muchos años priorizando la lactancia artificial porque, en cierto modo, es más fácil para controlar el crecimiento de un bebé, ya que se sabe exactamente lo que come. En resumen, se ha perdido la cultura de la lactancia materna.

Poco a poco está volviendo. «Ya hay niñas que cuando les dan a su bebé de comer les ofrecen la teta». Aun así, el papel del taller de lactancia es fundamental. «Me di cuenta de que lo que otras madres recomendaban en el taller lo hacían y, sin embargo, lo que yo les decía en la consulta no tenía el mismo efecto. El taller es mágico».

La magia del taller es la confianza y el cariño que unas madres se dan a las otras. Las enfermeras esperan que sean las propias madres las que resuelvan la duda planteada. Eso sí, como especialista en lactancia, Borja controla la posición en la que se da de mamar y comprueba que el bebé no tenga ningún problema en la boca que provoque una mala succión.

Han pasado tres semanas y Marta vuelve con Ana al taller. A ella le parece que hace mucho más que vino por primera vez. Sigue durmiendo poco, pero está feliz, tranquila. Ana ya no llora tanto y ella no tiene dolor. Su experiencia servirá a otra y aunque hoy no hay bebé nuevo en el grupo, hay otras dudas que resolver. «¿Podré mantener la lactancia cuando vuelva al trabajo?, ¿es normal que pida durante toda la noche?, ¿cuándo puedo empezar con comida?».

Y así, viernes tras viernes y apoyado en un grupo de «WhatsApp» que resuelve dudas incluso a mitad de la noche, el «club» de las nuevas madres crece y comienza a extender entre la sociedad, sin campañas publicitarias, que la lactancia materna puede ser la mejor opción para una crianza feliz.

Source: Comunitat Valenciana

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *