Más de tres siglos de unidad religiosa han saltado por los aires oficialmente en Ucrania, donde los rescoldos de la guerra civil no se han apagado en este año entrante, el quinto desde los hechos de Maidán, Crimea y Donbass.
El sábado, el patriarca de Constantinopla, Bartolomé I, firmó el decreto que reconoce la independencia de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana de la rusa. El documento, conocido como «Tomos», será entregado en Estambul a su máximo representante este 6 de enero, día de la Epifanía. De su rúbrica fue testigo uno de los grandes impulsores de la iniciativa, Petró Poroshenko. «Este servicio divino será la encarnación visible de las aspiraciones y esperanzas de Ucrania», subrayó el presidente del país a través de sus redes sociales. «Lo hemos esperado durante años. Ha sido un evento histórico, un gran día, cuando hemos escuchado la oración en ucraniano en el templo de San Jorge», subrayó.
Las consecuencias de este cisma y su alcance están aún por conocerse. Mientras en Kiev aseguran que así se evitará la influencia del Kremlin dentro de sus fronteras, en Moscú advierten contra las persecuciones religiosas a sus creyentes. La firma del «Tomos» implica que la Iglesia Ortodoxa Ucraniana reconocerá a Constantinopla como máxima autoridad, y las disputas dentro de la institución ucraniana se arbitrarán definitivamente desde Fanar, el distrito del Cuerno de Oro de Estambul que alberga al Patriarcado dirigido por Bartolomé I. A cambio, Moscú perderá su poder en la zona y tendrá prohibido abrir nuevas diócesis e intervenir en los asuntos espirituales de Ucrania.
«Los políticos ucranianos han intentado robar la Navidad a millones de fieles», dijo a través de su canal de Telegram el responsable sinodial de prensa del Patriarcado de Moscú. Los ortodoxos celebran el nacimiento de Jesucristo el 7 de enero debido al uso del calendario juliano. Sin embargo, la nueva autoridad religiosa ucraniana quiere adoptar el gregoriano y fechar esta celebración el 25 de diciembre. «La Navidad no es un »Tomos», un papel nacido de ambiciones políticas y personales irreconciliables», agregó Vladímir Legoida.
El Patriarcado de Moscú no sólo hizo hincapié en que el reconocimiento no es canónico, sino que también acusó a Constantinopla de «formar parte del cisma» del mundo ortodoxo. Asimismo, criticó a Kiev por caer bajo la influencia de otro patriarcado. «Vaya autocefalia», ironizó Legoida en sus mensajes. Este patriarcado decidió romper todos sus lazos con el de Constantinopla después de que Bartolomé I confirmara públicamente en octubre su apoyo a la nueva iglesia ucraniana.
La nueva Iglesia Ortodoxa Ucraniana, nacida de dos no reconocidas hasta ahora, anunció su creación a mediados de diciembre. Al acto acudieron dos metropolitanos que hasta entonces eran leales a Moscú. Ambos fueron expulsados de sus cargos, equivalentes al de arzobispo en la Iglesia Católica.
En este clima de tensión, el presidente ucraniano ha reiterado su promesa de que se respetará la libertad de culto en el país. La gran duda ahora es cómo se hará la transición a la nueva institución religiosa debido a la escisión de las parroquias a favor y en contra de Moscú. En la misma jornada, el presidente de la Rada Suprema mostró su esperanza de que el parlamento aborde en su próxima sesión plenaria el proceso legal, según informa la agencia Ria Novosti.
Fuente: La Razón