Entre los objetivos que se ha marcado Margarita Robles en el Ministerio de Defensa está el de incentivar la presencia de las mujeres en las Fuerzas Armadas (actualmente suponen el 12,7% del total de efectivos) y garantizar la igualdad entre hombres y mujeres. Por ello, tras el reciente caso de una psicóloga que fue vetada de las pruebas de acceso por lucir un tatuaje en el empeine, ha decidido cambiar la normativa sobre la uniformidad para que situaciones como ésta no se vuelvan a repetir.
En concreto, la citada psicóloga, aspirante al Cuerpo Militar de Sanidad, fue considerada no apta basándose en el artículo 8 de la Orden ministerial que regula las pruebas de acceso: «No se permitirán los tatuajes que pudieran ser visibles vistiendo las diferentes modalidades de uniformes». Así que, en el caso de llevar falda, se vería el dibujo. Sin embargo, si hubiese sido hombre no hubiese pasado nada, pues el pantalón lo taparía. Un hecho éste que las asociaciones militares tacharon de «ridículo» y «grave». Y como ejemplo de esa discriminación ponen a la Legión y los tatuajes que muchos de sus miembros exhiben en los actos militares».
Por ello, el Ministerio de Defensa ha querido, por un lado, recordar que «el uso de uniforme femenino es opcional para la mujer», es decir, que puede optar por vestir con pantalón. Y, por otro, anuncia que en futuras convocatorias, las bases incluirán el siguiente párrafo: «Los tatuajes, argollas, espigas e inserciones, automutilaciones o similares no serán visibles vistiendo el uniforme de las Fuerzas Armadas común para la mujer y el hombre». El objetivo, según esgrime Defensa en un comunicado, es «evitar así que una mujer, en el caso de tener un tatuaje o similar que sea sólo visible con el uniforme en su modalidad exclusivamente femenina, pueda ser excluida en los procesos selectivos de acceso a las Fuerzas Armadas».
Así, añade, se elimina «cualquier duda o margen de discrecionalidad por parte de los órganos de selección» a la hora de aceptar o rechazar a una aspirante. Y, sobre todo, se elimina cualquier aspecto que haga que una mujer rechace acceder al mundo castrense, tal y como dijo Robles a finales del pasado mes en el Congreso: «Hay que lograr que las Fuerzas Armadas sean una profesión atractiva para las mujeres y promocionar activamente la importante labor y el buen hacer que desempeñan las mujeres militares en su día a día».
En la actualidad, las mujeres representan el 12,7% de los efectivos de las Fuerzas Armadas. Una cifra que lleva estancada prácticamente desde 2008, cuando eran el 12,3%. En concreto, el mayor porcentaje de mujeres se encuentra en los Cuerpos Comunes (Sanidad, Jurídico…), donde son el 25,8%, seguido del Ejército del Aire (13,8%), la Armada (12,9) y el Ejército de Tierra (11,8%). Eso sí, éste último es el que más personal femenino alberga en términos absolutos: 8.799.
En la actualidad, el empleo máximo al que ha llegado una mujer en las Fuerzas Armadas es el de coronel, algo que sólo ha conseguido una de ellas: Patricia Ortega, del Cuerpo de Ingenieros Politécnicos del Ejército de Tierra. Tras ella hay otras 133 tenientes coroneles, 2 capitanes de fragata, 241 comandantes… Entre los oficiales de las Fuerzas Armadas hay un 8% de mujeres. En las escalas de Tropa y Marinería son el 16,6%.
Fuente: La Razón