Durante años, Susana Fuster ha plantado cara a la mentira. Primero, como periodista; después, como especialista en comunicación no verbal. «Hijos que callan, gestos que hablan» deja por escrito todo aquello que los padres necesitan saber para cuando sus hijos se manifiestan con la boca cerrada.
-¿Dicen más los gestos que las palabras?
-Los gestos dicen mucho, muchísimo. Con las palabras, a veces, nos quedamos cortos. Somos seres emocionales y nos suele costar con palabras transmitir esas emociones. Como mejor se transmiten las emociones es con el cuerpo. Por eso es importante saber descifrar nuestras expresiones faciales, nuestras posturas.
-Entonces, ¿se coge antes a un mentiroso que a un cojo?
-No es tan fácil. No hay un solo gesto que pueda decirnos si una persona miente o no. Hay que tener en cuenta el contexto y muchas otras circunstancias. Hay muchas falsas creencias.
-¿Los gestos que nos delatan cambian con la edad?
-No existe un diccionario de gestos, pero el lenguaje gestual es universal para nosotros. Estamos programados genéticamente para entenderlo. Los chavales hablan poco, pero comunican mucho. El lenguaje corporal va por otro lado. Es más inconsciente, y por eso es más fácil de detectar.
-¿Hay forma de comprobar, del mismo modo, si alguien es totalmente sincero?
-No nos podemos meter en la cabeza de nadie. No leemos la mente, pero hay pistas que pueden ayudar. Hay partir de la regla de las tres C: conjunto, contexto y congruencia. Y es importante tener en cuenta los ocho canales comunicativos no verbales: las expresiones faciales, los gestos, las posturas, las miradas, la proxémica, la prosodia emocional, el contacto táctil… Nos da mucha información, por ejemplo, las expresiones faciales. Reflejan muy bien la emoción que estamos sintiendo. Las microexpresiones son gestos involuntarios que nos dicen muchísimo.
-Las microexpresiones no engañan.
-Siempre te dirán lo que la persona siente en ese momento, y aparecen incluso antes de que nos demos cuenta.
-Durante la adolescencia de los hijos, la mayoría de padres notan un distanciamiento. ¿El libro plantea soluciones prácticas a este problema?
-Es una etapa de muchos cambios. Los padres se quejan de una falta de conexión verbal, pero a nivel gestual se dice mucho. Los padres tienen que empatizar con el hijo. Los padres seguimos siendo el espejo en el que los hijos se ven. Ante cualquier incongruencia entre lo que decimos y cómo lo decimos, los jóvenes también se fijarán y sacarán sus conclusiones.
-Usted ha trabajado muchos años más allá de nuestras fronteras. ¿La cultura influye en la gestualidad?
– Totalmente, es determinante. Los gestos son polisémicos y tienen significados muy diversos en función del país y la cultura. Pero las emociones básicas, las microexpresiones, todos las hacemos igual, independientemente del país.
-Además, usted, como periodista, ha trabajado con muchos políticos. La pregunta se hace sola.
-(Ríe) Creo que en España todavía hay que trabajar mucho el lenguaje no verbal en comunicación política. Cada vez hay más preocupación y los asesores se dan cuenta de eso. El voto es muy emocional. Es muy importante que el político aprenda a gestionar sus emociones y a saber comunicarlas de forma adecuada. Trump puede gustar más o menos, pero es coherente porque hace lo que siente. Conectará o no, pero llega. Controlar el lenguaje no verbal es una asignatura que tenemos pendiente.
-¿Algún político español que cuide sus gestos?
-La manera de gesticular de Rajoy era muy rectilínea, lo cual no acababa de llegar. El presidente actual ha ido mejorando el comportamiento no verbal, pero le queda mucho por pulir, como la prosodia emocional y el tono de voz. En Ciudadanos trabajan bien la comunicación no verbal, pero Rivera tiene tics cuando se pone nervioso. Y Pablo Iglesias ha dulcificado sus expresiones, pero al principio mostraba un ceño muy fruncido, de ira, que le aleja del electorado.
El libro
La falta de comunicación es una de las principales características de la relación entre padres e hijos adolescentes. Fuster pretende que este libro, a través de ejemplos concretos, sirva a las familias para entender todo aquello que los más jóvenes transmiten a través de sus expresiones faciales, sus posturas, su forma de vestir o su tono de voz.
Fuente;: La Razón