
El origen del blusón
Es difícil marcar una fecha exacta del origen del blusón actual que lucimos en las fiestas en honor a San José. Parece ser, que en otra época, como recordatorio de las camisas anchas del estilo imperio del s. XVIII, surgieron las primeras blusas. Prendas holgadas, tanto en el tronco como en las mangas; abiertas por delante y que solían alargarse hasta poco más de la cintura. Con el tiempo, se fueron prolongando y dieron paso a los guardapolvos empleado para trabajar.

El primero que vi de niña, lo llevaba mi tío abuelo Vicente de Castellón. Se parecía muchísimo al hombre de este retrato; similar hechura y vestimenta. Aunque no venga al caso, ya que lo he mencionado, os diré que sus alpargatas eran de careta y se las hacía él mismo. Tenían la suela de esparto y las cosía con una aguja saquera que sujetaba en la palma de la mano y empujaba con una piedra redonda y plana. Era una práctica común en aquella época; recuerdo que muchas mujeres sentaban las caretas y las taloneras a la fresca de la tarde en la puerta de sus casas: se las llamaba tancadoras.
El blusón suele llevar un canesú al que se recose el vuelo del mismo mediante pequeños pliegues o tablas; las blusas antiguas, solían llevar una pieza cuadrada reforzada en las axilas llamada aixellero para evitar el desgaste por la traspiración; puesto que era una prenda usada, generalmente, para trabajar. Los blusones podían ser negros, pero también marrones, azules, rayados, estampados, con jaretas sobrepuestas, lentejuelas o adornos varios… Dependiendo del usuario, se llevaban sueltas, abiertas o anudadas, o por dentro de la faja. Acompañado de pantalones largos.

Pero, no solo vemos distintos blusones en posados ex profeso para una fotografía. En otros retratos espontáneos, podemos contemplar la variedad de blusones utilizados desde antiguo.
Cuenta la leyenda que a la Luna de Valencia se quedaban a dormir todos los comerciantes, trabajadores, viajeros… que llegaban a la ciudad cuando habían cerrado las puertas de las Torres de Serrano y de Quart. Pernoctaban a la intemperie, mirándola… lo más abrigados posibles para no pasar frío.
Estas, son unas instantáneas del día a día, de la ciudad del Turia en el último tercio del XIX. Vemos hombres y mujeres vestidos de faena. Individuos con blusones foscos, claros, rayados o estampados… también aparecen con camisas y chalecos, trajes de calle… Señoras con faldas largas, mocadores de coll y faldar, moda internacional… Debemos pensar que cada perrona tenía su gusto. Al margen de su condición social y su necesidad.
Sin embargo, no solo se usaba el blusón para trabajar como muestran estas reproducciones de días festivos del último tercio del XIX, en donde la moda internacional convivía con la tradicional, incluido esos blusones de colores sobre las camisas, cuyos cuellos siempre se veían.

Diferentes modelos de blusones antiguos
Piezas originales de la última década del s. XIX del traje popular masculino de labrador que pueden verse en el Museo Municipal de Requena. Apreciamos un pantalón de paño negro, faja negra de estambre, camisa de tejido de algodón rayado y blusa corta de trinche para fiesta, con adornos de lorzas y bordados. Veis, el blusón, también se ha usado para ceremonias, sobre todo en las comarcas del interior de Valencia.








Poco a poco, los estamentos sociales acoplaron su vestuario al internacional y, posiblemente, el blusón cayó en desuso… Pero podemos decir con total seguridad, que fue una prenda muy utilizada. En la próxima entrada hablaremos de su resurgimiento del blusón en las comisiones falleras.
Marian Genovés