El origen del blusón

Este retrato que tanto me ha recordado a mi antepasado, es una fotografía que Ramón Gallego tomó a unos labradores hacia 1890. Recogida en el Archivo de Huget.
Este retrato que tanto me ha recordado a mi antepasado, es una fotografía que Ramón Gallego tomó a unos labradores hacia 1890. Recogida en el Archivo de Huget.

El origen del blusón

 

Es difícil marcar una fecha exacta del origen del blusón actual que lucimos en las fiestas en honor a San José. Parece ser, que en otra época, como recordatorio de las camisas anchas del estilo imperio del s. XVIII, surgieron las primeras blusas. Prendas holgadas, tanto en el tronco como en las mangas; abiertas por delante y que solían alargarse hasta poco más de la cintura. Con el tiempo, se fueron prolongando y dieron paso a los guardapolvos empleado para trabajar.

 

Este que luce el ilustre Ramón y Cajal, sería de los primeros porque mantiene bastantes atributos de las blusas, pero con largaria de guardapolvo, que en su caso hacía las veces de bata.
Este que luce el ilustre Ramón y Cajal, sería de los primeros porque mantiene bastantes atributos de las blusas, pero con largaria de guardapolvo, que en su caso hacía las veces de bata.

 

 

 

 

 

El primero que vi de niña, lo llevaba mi tío abuelo Vicente de Castellón. Se parecía muchísimo al hombre de este retrato; similar hechura y vestimenta. Aunque no venga al caso, ya que lo he mencionado, os diré que sus alpargatas eran de careta y se las hacía él mismo. Tenían la suela de esparto y las cosía con una aguja saquera que sujetaba en la palma de la mano y empujaba con una piedra redonda y plana. Era una práctica común en aquella época; recuerdo que muchas mujeres sentaban las caretas y las taloneras a la fresca de la tarde en la puerta de sus casas: se las llamaba tancadoras. 

 

El blusón suele llevar un canesú al que se recose el vuelo del mismo mediante pequeños pliegues o tablas; las blusas antiguas, solían llevar una pieza cuadrada reforzada en las axilas llamada aixellero para evitar el desgaste por la traspiración; puesto que era una prenda usada, generalmente, para trabajar. Los blusones podían ser negros, pero también marrones, azules, rayados, estampados, con jaretas sobrepuestas, lentejuelas o adornos varios… Dependiendo del usuario, se llevaban sueltas, abiertas o anudadas, o por dentro de la faja. Acompañado de pantalones largos.

La magnífica instantánea que nos acompaña, elimina algunas dudas. Vemos a un cuantioso grupo de estudiantes y profesores, de distintas escuelas gratuitas y de horarios flexibles, cada cual ataviado dependiendo de su procedencia y profesión… Eran tiempos en los que los trabajadores comenzaron a tener interés por cultivarse.
La magnífica instantánea que nos acompaña, elimina algunas dudas. Vemos a un cuantioso grupo de estudiantes y profesores, de distintas escuelas gratuitas y de horarios flexibles, cada cual ataviado dependiendo de su procedencia y profesión… Eran tiempos en los que los trabajadores comenzaron a tener interés por cultivarse.

 

Pero, no solo vemos distintos blusones en posados ex profeso para una fotografía. En otros retratos espontáneos, podemos contemplar la variedad de blusones utilizados desde antiguo.

Cuenta la leyenda que a la Luna de Valencia se quedaban a dormir todos los comerciantes, trabajadores, viajeros… que llegaban a la ciudad cuando habían cerrado las puertas de las Torres de Serrano y de Quart. Pernoctaban a la intemperie, mirándola… lo más abrigados posibles para no pasar frío.

Estas, son unas instantáneas del día a día, de la ciudad del Turia en el último tercio del XIX. Vemos hombres y mujeres vestidos de faena. Individuos con blusones foscos, claros, rayados o estampados… también aparecen con camisas y chalecos, trajes de calle… Señoras con faldas largas, mocadores de coll y faldar, moda internacional… Debemos pensar que cada perrona tenía su gusto. Al margen de su condición social y su necesidad.

Sin embargo, no solo se usaba el blusón para trabajar como muestran estas reproducciones de días festivos del último tercio del XIX, en donde la moda internacional convivía con la tradicional, incluido esos blusones de colores sobre las camisas, cuyos cuellos siempre se veían.

 

Día de Todos los Santos en el Cementerio Municipal de Valencia; panorámica excelsa del abanico de posibilidades del vestuario de nuestros antepasados. Blusones para todos los gustos…
Día de Todos los Santos en el Cementerio Municipal de Valencia; panorámica excelsa del abanico de posibilidades del vestuario de nuestros antepasados. Blusones para todos los gustos…

 

Diferentes modelos de blusones antiguos

Piezas originales de la última década del s. XIX del traje popular masculino de labrador que pueden verse en el Museo Municipal de Requena. Apreciamos un pantalón de paño negro, faja negra de estambre, camisa de tejido de algodón rayado y blusa corta de trinche para fiesta, con adornos de lorzas y bordados. Veis, el blusón, también se ha usado para ceremonias, sobre todo en las comarcas del interior de Valencia.

Blusón de algodón degradé de la década del 20. Curiosamente, es de las pocas imágenes donde no se ve el cuello de la camisa interior. Fotografía de Vte. Talens, recogida en el Archivo de Huget.
Blusón de algodón degradé de la década del 20. Curiosamente, es de las pocas imágenes donde no se ve el cuello de la camisa interior. Fotografía de Vte. Talens, recogida en el Archivo de Huget.

 

 

Valenciano de 1870 luciendo un lujoso traje que incluye un blusón con adornos. Fotografía de Valentín Pla.
Valenciano de 1870 luciendo un lujoso traje que incluye un blusón con adornos. Fotografía de Valentín Pla.

 

Pareja de labradores ataviados de invierno. El hombre con un blusón por dentro de la faja en tonalidad oscura con botones claros de tamaño considerable; se advierte un ribete de terciopelo en el canesú y los puños.
Pareja de labradores ataviados de invierno. El hombre con un blusón por dentro de la faja en tonalidad oscura con botones claros de tamaño considerable; se advierte un ribete de terciopelo en el canesú y los puños.

 

Blusón rayado de finales del XIX con adornos de jaretas lisas en puños y acabado. Fotografía de Valentín Pla.
Blusón rayado de finales del XIX con adornos de jaretas lisas en puños y acabado. Fotografía de Valentín Pla.

 

Blusón liso de finales del XIX en tono claro y puños oscuros, anudado.  Fotografía de Valentín Pla.
Blusón liso de finales del XIX en tono claro y puños oscuros, anudado. Fotografía de Valentín Pla.
Pareja de morellanos ataviados de invierno, uno con blusón claro y el otro oscuro. Legado de José Pascual, principios del s. XX.
Pareja de morellanos ataviados de invierno, uno con blusón claro y el otro oscuro. Legado de José Pascual, principios del s. XX.

 

Como todas las prendas, los blusones, a lo largo del tiempo sufrieron numerosas variaciones e incluso llegaron a extinguirse como tales. En la imagen siguiente de la década de los 20, vemos un posado en el interior de un molino de Játiva, donde el caballero porta camisa, chaleco y el blusón reconvertido en guardapolvos. Antiguamente, el estilo cebolla –una prenda sobre otra—, era la tónica utilizada en la moda.
Como todas las prendas, los blusones, a lo largo del tiempo sufrieron numerosas variaciones e incluso llegaron a extinguirse como tales. En la imagen siguiente de la década de los 20, vemos un posado en el interior de un molino de Játiva, donde el caballero porta camisa, chaleco y el blusón reconvertido en guardapolvos. Antiguamente, el estilo cebolla –una prenda sobre otra—, era la tónica utilizada en la moda.
Si antes era a la Luna, ahora, es al Sol de Valencia el que despide a comerciantes que salen de la ciudad por las Torres de Serranos y retornan a sus casas.
Si antes era a la Luna, ahora, es al Sol de Valencia el que despide a comerciantes que salen de la ciudad por las Torres de Serranos y retornan a sus casas.

 

Poco a poco, los estamentos sociales acoplaron su vestuario al internacional y, posiblemente, el blusón cayó en desuso… Pero podemos decir con total seguridad, que fue una prenda muy utilizada. En la próxima entrada hablaremos de su resurgimiento del blusón en las comisiones falleras.

 

 

Marian Genovés