Jaume Duch es el director general de Comunicación y portavoz del Parlamento Europeo (PE), una institución que representa (hasta que se produzca el Brexit) a unos 510 millones de personas. A menos de tres meses para las cruciales elecciones europeas, Duch, nacido en Barcelona en 1962, reconoce en una entrevista a LA RAZÓN en la sede del PE en España que la valoración positiva hacia los beneficios de la UE “está en el punto más alto desde 1983”, debido, en parte, al “efecto Brexit”.
¿La próxima legislatura del PE puede arrancar con normalidad a pesar del aplazamiento del Brexit más allá del 26 de mayo?
La posición del PE es que si los británicos siguen siendo miembros de la UE el 2 de julio, cuando empiece la nueva legislatura, tiene que haber elecciones en Reino Unido. Se tiene que respetar el derecho de los ciudadanos británicos –que seguirán siendo ciudadanos europeos- a estar representados en el PE. A partir de ahí, la responsabilidad es del Gobierno británico, no de la Eurocámara. Lo que quiere decir que el PE se constituirá plenamente el 2 de julio estén o no estén los británicos, haya habido o no elecciones europeas en Gran Bretaña.
¿Todos los estados miembros de la UE tienen que convocar elecciones obligatoriamente?
Sí. Todos los estados miembros están obligados a convocar elecciones europeas en el periodo que se ha fijado (del 23 al 26 de mayo). En Reino Unido, en principio no, porque se supone que el 29 de marzo se van. Suponiendo que se queden unos meses más y que eso incluya parte de la nueva legislatura, entonces el Tratado de la UE da a los británicos derecho a seguir estando representados en el PE. Pero para ejercer ese derecho tiene que haber comicios europeos. Es decir, que los británicos estarían obligados a celebrar las elecciones europeas.
Y esos cinco eurodiputados más que lograba España, si finalmente se produce la prórroga, ¿qué pasará?
Si hay prórroga, el reparto de escaños sería el anterior, es decir, el actual. Tendríamos un Parlamento de 751 diputados y España tendría los 54 diputados que tiene ahora. Suponiendo que los británicos se quedaran un tiempo más, al día siguiente de su marcha el PE pasaría de 751 a 705; se redistribuirían algunos de esos escaños; y España recuperaría esos cinco escaños que ha obtenido, precisamente, a causa del Brexit.
La semana que viene hay otra vez votaciones claves para Theresa May en Westminster. ¿Ha dejado la UE de confiar en ella ante tanta demanda de nuevas concesiones?
No puedo decir, por que eso va por individuos, no por instituciones, si hay o no cansancio respecto a la manera de actuar de la primera ministra. Lo que sí creo que existe es hartazgo respecto al propio Brexit. Han sido dos años de negociaciones muy complejas, se ha llegado a un acuerdo que todas las instituciones de la UE consideran como mejor acuerdo posible dadas las circunstancias y hay unanimidad (Consejo, Comisión y Parlamento) en que ya no puede ser modificado. Por tanto, está claro que la pelota está en el tejado de los británicos. Ellos convocaron el referéndum, son ellos los que han tenido que gestionar una situación en la que nunca llegaron aclarar qué es lo que querían hacer exactamente si salían de la UE y son los británicos los que ahora tienen que buscar una solución para evitar un mal mayor que supondrá (sobre todo para ellos) la posibilidad de salir sin acuerdo.
Por tanto, ¿Bruselas no va a ceder en la cuestión del “backstop”?
No puede ceder porque sería tanto romper el mercado interior o poner en peligro el mercado interior y sobre todo debilitar la posición de Irlanda, que es el socio que se queda. Lógicamente la UE defiende y está al lado del que se queda, no del que se va.
¿Cuándo será la votación del PE sobre el Brexit? ¿Podría rechazarlo llegado el momento?
El voto será en principio en marzo. Obviamente estamos pendientes de lo que pase en el Parlamento británico. Pero la tramitación parlamentaria sigue su curso, el acuerdo en este momento está en la Comisión de Asuntos Constitucionales, que tiene que enviarlo al Pleno, con la recomendación positiva o negativa. Creo que por parte del PE ya hace mucho que se sabe que la Eurocámara está de acuerdo con la propuesta, con el acuerdo. Lo que estamos esperando ahora es que exista una mayoría favorable a ese acuerdo por parte de la otra parte: el Parlamento británico.
Según las últimas encuestas del PE, los partidos tradicionales perderían apoyos. ¿A qué se debe esta falta de respaldo entre, por ejemplo, los socialdemócratas que pierden 51 escaños?
Esto son proyecciones respecto a la situación actual. Faltan 85 días. Los resultados se decidirán el día de las elecciones. No me gustaría sacar ya consecuencias. Es cierto que las proyecciones dan una bajada de los dos grandes grupos por razones diferentes. Por un lado tiene que ver la situación política doméstica. Hay países en los que el bipartidismo está retrocediendo y ese retroceso llega ahora también la PE. En el caso de los socialistas y socialdemócratas hay asimismo un efecto Brexit. Obviamente, pierden un número de diputados laboristas importante.
¿Cómo se trabaja, cómo se legisla con partidos eurófobos y euroescépticos? ¿Hay temor a que sean capaces de unir más fuerzas y ser más fuertes en la Eurocámara?
Hasta ahora, la mayor parte de los partidos que podemos considerar como eurófobos o antieuropeos no han participado en el trabajo real del Parlamento. Normalmente son partidos o grupos políticos que acuden a los plenos o determinados debates en el Pleno a expresar sus opiniones y pasar sus mensajes. Después, no suelen estar presentes en el trabajo diario del PE, en las comisiones parlamentarias, la tramitación de las propuestas legislativas, de la discusión de enmiendas, de los pactos entre eurodiputados o grupos… Una de las cuestiones a la que tendremos que estar atentos después de las elecciones europeas es si estos partidos siguen con esta tónica de participación débil en el trabajo del PE, lo que significaría que su influencia va a seguir siendo muy limitada o si se organizan más y mejor que ahora e intentan intervenir más en la vida del Parlamento. En ese caso, en función de los resultados tendrán también mayor o menor influencia.
¿Preocupa en el caso de España el auge de Vox, formación a la que los sondeos daban siete escaños, uno más respecto a las primeras proyecciones?
Dependerá a quién se le pregunte. Al Parlamento como tal, a la institución, no le preocupa como tal los resultados concretos o particulares de unos u otros partidos. La preocupación, lógicamente, la encontraremos en aquellos partidos que se oponen a la ideología o a las propuestas de este partido en concreto.
¿Con el Brexit en la mente de todos los ciudadanos europeos aumentará la participación?
No es seguro, pero es probable. En estos dos últimos años, el porcentaje de ciudadanos europeos favorables a que su país siga siendo miembro de la UE o que reconocen los beneficios de ser miembros de la UE ha subido mucho. De hecho, en este momento está en el punto más alto desde 1983. Eso se debe, por un lado, a la recuperación económica, pero es evidente que también es por el “efecto Brexit”. La ciudadanía se ha dado cuenta de lo que significa querer salir de la UE, de las dificultades y de las desventajas que eso comporta. De la misma manera que eso se refleja en las encuestas, es posible que quizá también se refleje en la participación. Asimismo, no solo el Brexit, también hay otros elementos, como por ejemplo la situación internacional. La ciudadanía observa la política actual de EE UU o las prioridades del presidente Putin en Rusia o la situación en el norte de África o una cierta involución en Turquía, todo eso también ayuda a darse cuenta de que la UE es un paraguas muy sólido, en el que la ciudadanía puede sentirse mucho más protegida que si no existiera.
¿Por qué es la UE el blanco fácil de los populismos?
Hay muchos elementos. Cuando ve que hay intentos de interferencias en las elecciones europeas tanto por parte de gente que viene de EE UU (Steve Bannon) o por parte del Gobierno ruso uno se pregunta el por qué. Esto tiene que ver con la remodelación de la geopolítica internacional, el reposicionamiento de EE UU, de Europa, de China, de Rusia… Tiene que ver con que estas dos potencias, Estados Unidos y Rusia, han entendido perfectamente que una UE que funciona bien es una UE poderosa. Una UE que no funcione o con dificultades para salir adelante, evidentemente, debilita. Por lo que tener una UE más fuerte o menos fuerte tiene impacto por ejemplo en las relaciones comerciales, en las relaciones económicas, en los mercados digitales, en materia de política energética, en la lucha contra el cambio climático… Todos estos temas que juegan, además, en el contexto económico mundial no se afrontan de la misma manera si conseguimos seguir unidos que si, por las razones que sean, consiguen separarnos.
Fuente: La Razón