Que los Presupuestos para 2019 iban a contar con la mayoría suficiente para salir adelante era algo que se daba ya por supuesto. No había ninguna duda sobre el voto positivo de Podemos.
Las cuentas del último año del Botànic se aprobaron tras haberse debatido más de 2.000 enmiendas. El Consell administrará 22.096 millones, un 10,7 por ciento más que este año. Sanidad, con 6.634 millones, y Educación, con 5.121, son las de mayor importe, y el gasto social, de 13.818 millones, suponen el 84 por ciento de los gastos no financieros.
Son datos ya conocidos, defendidos y denostados por unos- el tripartito- y por otros- PP y Ciudadanos. De ahí que la sorpresa y la imagen se la llevase el Partido Popular.
La síndica del PP, Isabel Bonig, subió a la tribuna con una caja y comenzó a dar un discurso que poco tenía que ver con la aprobación de los Presupuestos.
Defendió la confrontación política de «ideas y proyectos», pero no de personas. «Nuestro adversario político no es enemigo y tiene derecho a ser escuchado».
La caja que llevaba Bonig no era de preguntas parlamentarias sin responder, como ha hecho en otras ocasiones, sino que eran doce uvas con mensajes, «els desitjos de 2019».
«Por la libertad educativa, por una Sanidad sin listas de espera, para que el agua sea para todos, por un política social donde se atienda a todos, para que los valencianos paguen menos impuestos, por una España digna, por que todos tengamos un empleo digno, por una AP-7 gratuita, por un Gobierno para todos los valencianos, por un uso de la lengua sin imposiciones, por unas ciudades limpias y por la eliminación de tasas de turismo».
Estos son los deseos que el PP repartió a todos los demás diputados. Los populares se levantaron de sus escaños y se abrazaron con sus adversarios políticos. «Llevamos mucho tiempo fijándonos en lo que nos separa y no en lo que nos une».
El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, y Bonig se fundieron en un abrazo. También lo hicieron la diputada popular María José Catalá y la vicepresidenta Mónica Oltra que han protagonizado serios encontronazos.
Abrazos y sonrisas e incluso lágrimas de parlamentarios peleones y veteranos. Y aunque hubo a quien todo le pareció algo improcedente y nada conmovedor, por unos momentos en el hemiciclo de Les Corts no hubo abucheos, ni malos gestos.
El conseller de Hacienda, Vicent Soler, contemplaba entusiasmado el final feliz para unos Presupuestos que a punto estuvieron de romper el Consell y han acabado con un abrazo colectivo.
Fuente;: La Razón