El Valencia, sin Alcácer, puedo machacar al Eibar pero perdió de penalti
Hace dos años, el Valencia del amigo de Lim (Nuno) ganó en Ipurua con un 3-5-2 con gol de Paco Alcácer. La temporada pasada, con el desorientado Gary Neville (y también amigo del dueño) en el banquillo se rascó un punto. Ayer, cero patatero.
Y lo curioso es que este sábado fue el día en el que el Valencia sumó en 45 minutos -los primeros- más ocasiones de gol que en los dos precedentes.
La realidad de este equipo, metido hasta las trancas en el tema de fichajes, es que suma cero puntos en dos partidos.
Por supuesto que queda mucha Liga, y tanto.
Hay jornadas de sobra para limpiar el historial de este dudoso y turbio arranque, pero tampoco viene mal recordar a quien manda que la temporada pasada, por ejemplo, el Athletic se quedó fuera de la Champions por dos puntos y que en la 2012-13, el Valencia de Valverde se descabalgó de la Liga de Campeones por un punto tan sólo después de aquel 4-3 trágico del Sánchez Pizjuán.
Los puntos cuentan desde el primer día, aunque desde Singapur parece que decidieron a principios de verano permitirse el lujo de empezar en serio después del cierre de mercado.
Perder contra el Eibar ni mucho menos entraría en los planes de Ayestarán pero escuece ver situaciones como la de Alcácer, ayer sentado en la tribuna como un espectador más.
Sería un atrevimiento pensar que con él -con cuerpo y mente- en el césped el equipo hubiera aprovechado al menos alguna de la media docena de opciones de gol que tuvo en el primer tiempo. Pero lo que es impepinable es que quien actuó como delantero centro, Santi Mina, tuvo su tarde más amarga.
Todo la inspiración que tuvo en la primera jornada se evaporó ante un rival mucho más limitado pero con algo más de convicción. Las tuvo el chaval de todos los colores. Para abrir boca, se zambulló en dos fueras de juego que le dejaban solo; luego Rodrigo le puso un balón tras combinar con Nani que sólo tenía que empujarlo pero que acabó siendo despejado por el ímpetu del defensa a córner; después otra vez Rodrigo le metió un servicio con fuerza casi bajo los palos que también frustró un defensa en el último momento, y para finalizar la guinda: entrada de Gayà por la izquierda, ve a Mina completamente solo y le ofrece un regalo de asistencia que el punta chuta desviadísimo ante el desespero de sus compañeros, todos con las manos a la cabeza por lo que habían visto.
Ver para creer.
Situaciones así no se dan a menudo porque luego suele pasar lo que pasa.
Que una tontería acaba en tragedia. Quien iba a decir a los valencianistas que después de lo que habían sido capaces de hacer en el primer tiempo, acabarían descomponiéndose por un penalti de esos que da mucho que hablar.
Además, por si fuera poco, Abdennour que fue a quien se lo pitaron, pudo también en esa primera mitad hacer el 0-1.
Después de un córner muy pasado, Nani la vuelve a meter y el central, completamente solo y a tan sólo dos metros del guardameta, cabecea de arriba a abajo para que el balón salga por encima del larguero.
Más poca fortuna no se puede tener.
El Valencia había hecho lo más difícil: alejar los temores de su maltrecha defensa (con esta pareja de centrales nunca se había ganado en los cinco partidos que actuaron juntos el año pasado), mantener el tipo en lo colectivo, sobrellevar la fuerza y presión arriba del Eibar y pisar el área rival con bastante intención.
Pero sin gol no hay nada que hacer.
Había la creencia que en la segunda, la cosa no iba a cambiar y que al final alguna de esas acabaría entrando.
Se equivocaron de todas quienes así lo pensaban. Mendilibar aprovechó mucho mejor el descanso para acabar con las dudas de los suyos.
Elevó el Eibar una vuelta más su intensidad en los balones divididos y por ahí empezó a hacer méritos para, al menos, intentar llevarse los puntos.
El Valencia fue perdiendo gas.
Los de arriba se fueron diluyendo y casi a la hora de juego llegó la acción más determinante y polémica del partido.
En un centro casi a la desesperada de Kike, el balón golpea en la mano de Abdennour. El asistente no lo dudó y aunque los valencianistas protestaron -menos el propio Abdennour-, el penalti se mantuvo. Lo iba a tirar Kike, pero Pedro León fue directo al banquillo para pedir el beneplácito de Mendilibar.
Le quitó el balón casi a lo bruto a su compañero y en el cara a cara con Ryan, fue el rechace del guardameta el que acabó en gol. ¿Cómo es posible que cuando León iba a golpear por segunda vez hubieran cerca más jugadores del Eibar que del Valencia?
De cualquier forma y pese a que había media hora por delante para intentarlo, al Valencia ya se le habían cerrado las ideas y las fuerzas iban más justas de lo deseado.
No había la fluidez necesaria por el centro y por las bandas ya no se conseguía ni desborde ni superioridad numérica.
El Valencia moría siempre cerca del área vasca, donde un puñado de jugadores azulgrana parecían jugarse el todo por el todo en cada balón dividido.
Movería el banquillo Ayestarán pero sin la recompensa necesaria.
Bakkali no tenía apenas espacio, a Medrán le costaba sacar la cabeza ante tanta gente por el centro y la presencia de Rafa Mir como último cartucho fue poco menos que testimonial. Este Valencia vuelve a ofrecer apuntes interesantes pero los puntos continúan pasando de largo.
Y esta vez no se le puede echar todo el marrón a los centrales.
El Valencia, aunque duela decirlo, se ha convertido en un equipo vulnerable. Que te ganen de manera consecutivas Las Palmas y Eibar deja dudas sobre cuáles son de verdad los rivales este año. Ojalá los que están por venir lo arreglen.