Hubiera sido lo fácil caer en la provocación. Eso es lo que el presidente de la Generalitat, Quim Torra, lleva buscando desde que hace un año Felipe VI lanzara un mensaje a la Nación en el que acusó directamente a la Generalitat de «inaceptable intento» de vulneración de la ley. Por eso le llamó «hooligan» recientemente, porque sabe que el discurso del Monarca en los Premios Princesa de Asturias es el que más expectación genera. Ayer había 1.300 personas invitadas, el mismo número que periodistas de medios nacionales e internacionales. Pero, como ya avanzó este periódico, la ilusión de Torra de marcarle la agenda al Rey se quedó ahí. En una ilusión. Don Felipe no hizo ninguna alusión al órdago soberanista, sino que habló de «un pueblo unido por sus sentimientos y por tantos siglos de historia». Habló de Constitución, de democracia y de libertad.
Don Felipe y Doña Letizia, ataviada con un vestido azul cobalto, entraron en el teatro Campoamor acompañados por Doña Sofía, quien recibió una ovación en el momento de ocupar su asiento en el palco, al igual que los Reyes. La vicepresidenta del Gobierno y los responsables de las carteras de Asuntos Exteriores, Sanidad, Ciencia y Transición Ecológica, así como los representantes de los Poderes del Estado estuvieron presentes. Desde distintos sectores se entendió como un gesto de apoyo al Monarca, reprobado por el parlamento catalán, y como el marco previo a un discurso orientado hacia el conflicto en esa Comunidad, como hiciera el año pasado, cuando incidió de nuevo en el «intento de secesión inadmisible». Un año después, con la mayoría de la cúpula del soberanismo en la cárcel o investigada, con Puigdemont huido de la Justicia y el resto empeñado en atacar contra el vértice de la unidad del país, el Rey decidió dar prioridad a los valores construidos. «El próximo 6 de diciembre celebraremos una fecha inolvidable en nuestra historia: el 6 de diciembre de 1978», aseguró. Y apeló «a la concordia entre españoles», «unidos por un profundo deseo de reconciliación y paz; unidos por la firme voluntad de vivir en democracia».
Vuelta a la libertad
Recordó igualmente que la Carta Magna «recuperó para el pueblo español la soberanía nacional y devolvió a los españoles su libertad». A escasos meses de la celebración de la efeméride, aseguró que «podemos sentirnos profundamente orgullosos, como una lección de convivencia que dignifica la política y engrandece nuestra Historia». Porque, concluyó, «democracia y libertad es lo que representa para España, para el pueblo español, nuestra Constitución».
Antes de dedicar unas palabras a cada premiado, Felipe VI recalcó que los galardones «siguen apostando por defender y destacar en cada edición a quienes trabajan con convicciones firmes». Respecto a Martin Scorsese, subrayó su «assambrosa» capacidad para «plasmar la ambivalencia de los sentimientos humanos, que anidan en lo más profundo del alma». Del reconocimiento de la imaginación pasó al valor de buscar la verdad «en lugares en los que no hay apenas resquicio para la esperanza» de la periodista mexicana Alma Guillermoprieto, quien, en sus palabras «ha puesto de relieve la grandeza de vivir con dignidad incluso en las mayores desgracias». De la ONG Amref Health Africa reconoció la «magnífica labor de la organización, que ha logrado mejorar notablemente la sanidad y la salud de millones de personas en el continente africano». En concreto, se refirió a Nice Nailantei Lengéte, luchadora incansable para terminar con prácticas como la mutilación genital. Los Princesa de Asturias también tuvieron cabida para aquellos que se atreven a desafiar a la naturaleza, como los alpinistas Reinhold Messner, primero en coronar sin ayuda de oxígeno los 14 ochomiles, o Krzystoff Wielicki, primero en acometer la ascensión de los ochomiles en invierno. «Representan –dijo el Rey– ese ejemplo de todo lo que, con coraje y pasión, el ser humano es capaz de alcanzar». Una de las galardonadas, la escritora Fred Vargas, no acudió a recoger el premio, huidiza de grandes aglomeraciones. Don Felipe destacó cómo con su pluma consigue «crear un mundo extravagente y seductor», y le envió «sus mejores deseos y afecto». Por otra parte, el filósofo Michael Sandel fue definido por el Monarca como una persona «capaz de que cuestiones a menudo alejadas de la vida cotidiana se hagan presentes en ella». Y emuló al español Javier Marías: «Con envidiable energía, Sandel hace realidad aquella afirmación de nuestro inolvidable premiado, en la que se afirma que filosofar es estar renaciendo a la verdad. Es no poder dormir». Del premio de Investigación Científica y Técnica, Svante Pääbo, uno de los fundadores de la paleogenética, resaltó «su sabiduría para imaginar y poner en práctica distintos métodos de investigación genética».
Finalmente, Don Felipe dedicó unas palabras a la doctora Sylvia Earle, Premio de la Concordia y experta en la vida marina. Una héroe del planeta, aseguró el Jefe del Estado, y trajo a colación las propias palabras de la premiada: «Nada en la tierra puede vivir sin el océano y lo estamos matando». En definitiva, un discurso para resaltar los «grandes valores que viven entre nosotros».
Fuente: La Razón