El sandinismo asalta el bastión de los estudiantes en Nicaragua

Daniel Ortega sigue recurriendo a la represión, manejando un discurso hipócrita que no convence a su pueblo y mucho menos a la comunidad internacional. Prueba de ello, es que, mientras enviaba a los Seguidores del Frente Sandinista a atacar la Universidad Nacional –bastión opositor–, el presidente de Nicaragua hacía un llamamiento a la paz en Masaya, donde también se registraron varios asesinatos. La jornada se saldó con al menos cuatro muertos.

Ayer unos 200 universitarios salieron a salvo de una iglesia en Managua donde estuvieron sitiados por agentes fuertemente armados tras las operaciones policiales en la capital nicaragüense. Fue en final de un paro nacional sangriento contra el régimen. Los estudiantes y al menos tres periodistas nicaragüenses quedaron libres tras las gestiones hechas por el cardenal Leopoldo Brenes y el nuncio Stanislaw Sommertag. Fueron trasladados a la Catedral de Managua, donde se reunieron con representantes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y sus padres. «Fueron momentos difíciles, pero gracias a Dios ya lo pudimos superar», informó el periodista Ismael López, quien acompañó a los estudiantes en el templo toda la noche.

En la iglesia se encontraban refugiados también un periodista de «The Washington Post» y otro de la BBC, quienes pudieron salir el viernes gracias a las gestiones del párroco. Fueron testigos directos de los ataques. Al anochecer, las fuerzas paramilitares y la Policía habían bloqueado las rutas de salida de la iglesia, dejando a docenas de personas atrapadas junto con los heridos por disparos. En las calles, se escucharon tiroteos y los estudiantes se defendieron. Durante horas, la Policía no permitió que ambulancias o activistas de derechos humanos llegaran a la iglesia.

«Había francotiradores en frente y no podíamos movernos», relata un estudiante, que fue herido de bala en la espalda al llegar a la iglesia. «Estaba atacando las barricadas», agrega. Por su parte el padre Raúl Zamora, párroco de la iglesia, dijo que durante más de 12 horas el templo estuvo bajo el fuego. Los universitarios buscaron refugio en sus instalaciones después del asalto sandinista para desalojarlos de la Universidad Nacional.

La operación policial fue televisada por medios independientes y transmitida por los mismos estudiantes a través de las redes sociales. Un joven de 18 años que fue herido de bala por los ocupantes de una camioneta compartió un vídeo donde muestra a los estudiantes atrincherados tras una barrera de adoquines en la rotonda Rigoberto López. Esperaban angustiados el ataque de los efectivos armados. «Mamá, perdóname que me voy a morir. Salí a defender a mi patria», explicaba junto a otra de las jóvenes antes de que su teléfono dejara de grabar por falta de batería.

Los dos jóvenes que murieron tenían disparos en la cabeza, uno de ellos falleció dentro de la parroquia y el otro desangrado en una barricada. Su cuerpo no pudo ser recuperado hasta ayer por la mañana por sus compañeros. Mientras, en Masaya, a 28 kilómetros al sureste de Managua, murieron un policía y un civil después de la visita que realizó el presidente Ortega para participar en un acto público, aseguró Álvaro Leiva, director de la Asociación Nicaragüense pro Derechos Humanos.

Las redadas del régimen se sucedieron durante una jornada de huelga, la segunda en tres meses de protestas contra Ortega, que han dejado al menos 351 muertos, unos 2.100 heridos y medio millar de detenidos. Ayer, las marchas de 72 horas promovidas por la sociedad civil finalizaron con una caravana de vehículos pintados con los colores azul y blanco que recorrieron algunas calles de Managua. Al cierre de esta edición, no se descartaban nuevos choques y muertos. Los seguidores oficialistas suelen atacar cuando cae el sol. Por otro lado, la resistencia estudiantil también se ha vuelto más violenta, utilizando estrategias propias de una guerra de guerrillas, con bazocas, ondas y morteros artesanales.

El próximo miércoles se cumplen tres meses de las revueltas, también es el aniversario de la revolución sandinista. Una fecha clave que podría acabar en una tragedia. Si bien las marchas comenzaron como una forma de protesta ante la reforma de las pensiones, ahora los manifestantes exigen que se adelanten las elecciones, algo que Ortega ya ha descartado. El mandatario controla todos los poderes y además ha inhabilitado a la oposición mediante sentencias del Supremo. En otras palabras, el sandinista sigue el libreto bolivariano y, mientras, el país se encamina hacia una guerra civil.

Fuente: La Razón

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