El tifón «Mangkhut2 continuó su camino destructivo a través de Asia el domingo: dejó al menos 64 muertos a su paso por Filipinas, azotó Hong Kong a mediodía y alcanzó tierra en la costa sureste de China donde se informó de al menos dos muertos.
Hong Kong fue ayer una ciudad fantasma, recorrida tan sólo por ráfagas de viento y lluvia de hasta 223 kilómetros por hora. Hubo centenares de árboles destrozados por toda la ciudad, ventanas hechas añicos e incluso algunos edificios se balanceaban debido a la fuerza del viento.
Hong Kong está acostumbrado y preparado para resistir tormentas feroces, pero el tifón Mangkhut fue el más fuerte del que se tuviera noticia. La autoridad meteorológica emitió su máxima advertencia de tifón, señal 10, y al mediodía, las calles normalmente atestadas de la ciudad estaban vacías. Por primera vez en la historia, Macao, la capital asiática de juegos de apuestas más adelante en la costa china, cerró sus casinos debido a una tormenta, y el Ejército se encuentra en alerta para facilitar la ayuda en previsión de los posibles daños.
Los residentes de Hong Kong se atrincheraron en sus apartamentos o en refugios, después de haber arrasado los supermercados para proveerse de comida y bebida. Al menos un centenar de personas resultaron heridas. El aeropuerto de la ciudad, un punto de tránsito central para gran parte de Asia, quedó prácticamente cerrado, 900 vuelos fueron retrasados o cancelados.
La tormenta siguió su camino y golpeó la provincia de Guangdong, justo al otro lado de la frontera de Hong Kong en China continental, que sufre con éste el vigésimo segundo del año y que podría convertirse en el más fuerte de la temporada. El servicio ferroviario de alta velocidad se suspendió en la provincia y los trabajadores tomaron medidas de precaución en dos plantas nucleares a lo largo de la costa. Xinhua, citando informes del gobierno, dijo que casi dos millones y medio de personas en la provincia de Guangdong habían sido afectadas de alguna manera por el tifón, y que algunos buscaban protección en más de 18.000 refugios designados. Los medios oficiales informaron acerca de dos muertes.
Se esperaba que el tifón se debilitara a medida que pasaba por China continental, pero ya había cobrado un precio considerable: 64 muertos en Filipinas por deslizamiento de tierras, incluidas las personas refugiadas en una iglesia y un dormitorio para mineros. Las víctimas más graves se registraron en la provincia de Benguet, donde murieron 38 personas, la mayoría en dos derrumbes. Según la policía, 37 personas siguen desaparecidas.
Fuente: La Razón