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Tal día como hoy del año 1244, se firmó el Tratado de Almizra entre Jaime I y el Infante Alfonso de Castilla.
En este tratado, se señalaron las fronteras entre los reinos de Castilla y Valencia.
La primera constancia que se tiene del Tratado de Almizra aparece en el segundo capítulo de la crónica de Jaime I, en el Libro de los hechos, aunque el texto del tratado no fue publicado hasta 1905. Fueron varios medievalistas quienes intentaron atribuirse el hecho, pero fue el presbítero Roque Chabás el descubridor de un legajo sin catalogar, buscando en el Archivo de la Corona de Aragón, que resultó ser una copia del Tratado.
Desde lo alto del cerro de San Bartolomé, en Campo de Mirra, donde se encuentran las ruinas del castillo y la ermita de San Bartolomé, a 685 metros de altitud, se aprecian tierras de cuatro provincias: Alicante, Murcia, Albacete y Valencia. Si desde allí miramos al suroeste se ven, en parte, los términos municipales de Villena, Yecla o Caudete. Hacia el noreste se distinguen Campo de Mirra, Benejama, Bañeres y se divisa algo del término de Bocairente y poblaciones que como Biar.
Cuando fue firmado el Tratado de Almizra, Jaime I tenía treinta y seis años y el infante castellano Alfonso, hijo de Fernando III y posterior rey Alfonso X el Sabio, veintitrés.
El pacto, con las habituales menciones de que su vigencia era a perpetuidad y obligaba a los sucesores, dejaba avisadas a ambas partes con un compromiso: «que ninguno de los dos quite o disminuya al otro algo de la parte a cada uno asignada, ni de otro modo ninguno de los dos maquine astutamente algún obstáculo contra la ya dicha división».
Durante siglos, sólo una fuente proporcionó información de lo que ocurrió en su recinto en cuatro jornadas: la «Crònica» o «Llibre dels Feits» de Jaime I. Según vemos en el relato de la “Crònica” Jaime I comienza a ocuparse de la cita con la solicitud a Alfonso:
«Enviá’ns messatge l’infant don Alfonso que es volia veer ab nós, e pregà’ns que li exíssem a Almiçra»
Jaime I invitó al infante a aposentarse en el castillo, pero éste prefirió acampar con sus tiendas a la falda del monte, «al peu del puig d’Almiçra»
Las conversaciones diplomáticas las abordaron las dos partes con distinto estilo; mientras que Jaime I asumió personalmente las negociaciones, el infante Alfonso delegó en el Maestre de Uclés y en Diego de Vizcaya. Con ello no sólo confiaba el peso de su estrategia a las habilidades de dos colaboradores más experimentados, sino que evitaba la adopción de decisiones inmediatas, puesto que sus embajadores demoraban respuestas con la excusa de tenerlas que consultar.
En las imágenes vemos una página del tratado descubierto por Roque Chabás, mosaico que se encuentra en el castillo de Almizra y que conmemora el tratado y fotografía del cerro de San Bartolomé, donde se encuentra el castillo y la ermita dedicada a San Bartolomé.