El conjunto, incapaz de gestionar la ventaja, se descose y es colista
El Valencia de Lim salió ayer de San Mamés colista. Con cero puntos en el casillero y diez goles en contra en cuatro partidos. La crisis empieza a ser galopante. Dramática para un equipo que aspira a jugar en Europa. Ayer siquiera quedó la excusa del buen juego. El Athletic se sobrepuso para atropellar al Valencia. El equipo se puso en ventaja pero otra vez el centro de la defensa dinamitó la posibilidad de éxito. A ello hay que unir la falta de un eje en el centro del campo sobre el que pivote la vida de un equipo mortecino. La visita a Mestalla del Alavés se convierte en un juicio sumarísimo para otro nuevo proyecto. El Valencia lleva un año instalado en la esquizofrenia. No hay paz ni sosiego en una casa que se ha tumbado en el diván de la desesperación. Ayestarán aseguró en la previa que se sentía apoyado por la directiva. En Mestalla ya calientan las gargantas. La duda es saber contra quién irá la música coral esta vez. Sólo una victoria ante el Alavés alargará la tregua.
FICHA TÉCNICA
2
Athletic
Kepa; De Marcos, Bóveda (Yeray, m.69), Laporte, Balenziaga; Iturraspe (San José, m.61), Beñat; Williams (Mikel Rico, m.80), Raúl García, Susaeta; y Aduriz.
1
Valencia
Diego Alves; Martín Montoya, Santos, Mangala, Gayà; Mario Suárez (Joao Cancelo, m.66), Parejo, Medrán; Nani, Rodrigo (Santi Mina, m.66) y Munir.
GOLES
0-1, m.2: Medrán. 1-1, m.24: Aduriz. 2-1, m.41: Aduriz.
ÁRBITRO
Gil Manzano (Extremadura). Mostró tarjeta amarilla a los locales Raúl (m.18), Beñat (m.27), Susaeta (m.74) y Aduriz (m.84), y a los visitantes Gayà (m.23), Parejo (m.67), Joao Cancelo (77) y Mangala (m.91).
ASISTENCIA
Partido correspondiente a la cuarta jornada de la LaLiga Santander disputado en San Mamés ante 40.907 espectadores, según datos de la LFP.
El partido se puso de cara en el aperitivo. Antes de que se cumplieran los dos minutos de juego, Medrán anotó para culminar una gran jugada que inició Munir y que terminaron de perfilar por la derecha Montoya y Nani. Tres de los nuevos en el once inicial pusieron en ventaja al equipo de Ayestarán. Juego de toque y directo como patrón de comportamiento del técnico vasco. Lo avisó en la previa y cumplió. El cambio de nombres en la alineación no traicionó de partida el dibujo. El entrenador es de ideas fijas. Con su catón bajo el brazo. Un tipo de principios. Es cierto que el dibujo se mantuvo pero sí que se percibieron matices distintos. Los interiores se esforzaron en la solidaridad. Como complementos de los laterales. Y es cierto que por la derecha Montoya ejerció de banda clásica. Con la defensa como obligación y el ataque como extra.
El problema es que en ocasiones los goles prematuros generan un mar de dudas. Y más en un partido donde los dos equipos comparecían con necesidades vitales. El Valencia, acosado por las urgencias de presentarse como colista en San Mamés, se echó varios pasos atrás para tratar de resguardar el botín con demasiados minutos por jugar. Arriesgado. Ese miedo lo palpó el Athletic, un equipo que se presentó ante su parroquia con cuentas pendientes.
Ni el inicio de Liga ni el partido de la Europa League han satisfecho a la fiel grada de San Mamés. Valverde mandó a los suyos a buscar la espalda de los dos centrales. Aquellos terrenos son jauja para los rivales del Valencia. Una vez más, por allí comenzó a naufragar el equipo de Ayestarán. Beñat asumió el mando con la colaboración de Iturraspe. Los balones caían como bombas de racimo que explotaban sin control. Ayestarán quiere jugar el balón pero con los centrales que tiene es una quimera. Mangala disparó al aire una y otra vez. El francés no es un erudito con la pelota en los pies y ayer estuvo fallón en esa faceta del juego. Bien al corte pero poco más. La microrrotura de Garay es ahora mismo otro drama para el Valencia. Santos, que ayer compareció en el once por fuerza mayor, siempre provoca que su equipo tirite cuando tiene el balón.
La única vez que el Valencia había estado en ventaja en el marcador fue durante el primer cuarto de hora del partido ante Las Palmas. Jornada 1 de Liga. Ayer experimentó esa sensación durante 25 minutos de la primera parte. El tiempo que Aduriz tardó en planear para marcar de cabeza el empate. ¿Es lógico que Medrán defienda al mejor cabeceador de la Liga? La lógica dice que no. Al Valencia se le atragantó la ventaja. El miedo de la necesidad. El empate templó los ánimos del Athletic. Una pausa que pareció desperezar al Valencia hasta que Beñat vio una llanura en la espalda de los dos centrales. Por allí apareció de nuevo Aduriz para encalar el balón por encima de Alves a gol. Le tiene tomada la medida a su exequipo. En San Mamés le echaban de menos y ayer volvió como certero ejecutor. San Mamés aplaudió su resurrección.
Al Valencia la ventaja le vino demasiado pronto. Un exceso de responsabilidad que dejó de manejar con el paso de los minutos. La debilidad defensiva le hizo mirar tanto para atrás que se olvidó de intentar matar el partido. El Athletic también tenía sus urgencias pero el Valencia le permitió respirar. Tanto que se fue al descanso con sobredosis de vida.
En la reanudación, la deriva que estaba tomando el partido obligó a Ayestarán a traicionar sus principios. Como puerta de emergencia para tratar de sumar. El Athletic se dedicó a pisar otra vez los terrenos de peligro del Valencia y el equipo de Ayestarán ya tenía bastante con achicar. El ahogo provocó un cambio de dibujo para tratar de empatar con el clásico 1-4-4-2. Cancelo y Mina a las bandas para que Nani y Munir encontraran petróleo. Antes la tuvo Rodrigo, pero el chico está gafado de cara a puerta. Ni los cambios mejoraron la imagen.
El partido se rompió para comodidad del Athletic. Idas y venidas desordenadas para satisfacción local, que en una de esas estuvo a punto de sentenciar después de que Parejo se dejara un balón en el centro del campo. La entrada de Mina y Cancelo, que ocuparon los interiores para tratar de suministrar a Munir y Nani, no fue el revulsivo deseado. La precipitación nunca ha sido el camino más corto hacia el éxito. La angustia por mantener virgen el casillero se palpa a la legua. La espiral en la que ha caído el Valencia es un desespero continuo.
Perder en San Mamés podía entrar en los planes. Lo que no estaba previsto era salir colista de Bilbao. Ahora llegan Alavés y Leganés, dos equipo de la Liga que se cuece en el valle del terror. Ayestarán es el blanco fácil pero la responsabilidad del desastre es coral.