Fue una reunión de guante blanco. El encuentro entre el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, y el ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, se desarrolló en un ambiente de tanta cordialidad que costaba recordar que ambos pertenecen a partidos políticos diferentes.
Puig optó ayer por dar un voto de confianza al recién estrenado ministro a pesar de que De la Serna evitó dar a toda costa plazos concretos para la puesta en marcha del Corredor Mediterráneo.
Tan solo se atrevió a confirmar que los trabajos entre Valencia y Castellón acabarán el primer trimestre de 2017 y posteriormente se iniciará el periodo de pruebas. «No me quisiera comer mis propias palabras» y aseguró que no dará ninguna fecha hasta que no tenga la certeza de que puede cumplirla.
Sin embargo, insistió en que el Corredor Mediterráneo es una infraestructura prioritaria para el Ejecutivo central y achacó los retrasos existentes al poco margen de maniobra que ha tenido el Gobierno en funciones.
De la Serna insistió en que las obras se realizarán con la mayor celeridad posible aunque admitió que hay problemas técnicos que deben resolverse.
La misma respuesta dio sobre el futuro del túnel pasante de la ciudad de Valencia. Reconoció que es necesario para evitar problemas de tráfico una vez el ancho internacional esté implantado en todo el Corredor, pero no se atrevió a afirmar que se podrá ejecutar en un plazo razonable.
Avanzó que el próximo mes de enero habrá una reunión para abordar esta cuestión con todas las partes implicadas con el objetivo de alcanzar una solución de consenso.
Source: Comunitat Valenciana