En la calle Guardia Civil, frente al número 26, se encuentra una pequeña zona ajardinada peatonal en cuyo centro se alza una fuente de funciones estrictamente ornamental y decorativa y sin ningún interés artístico.
De dos monolitos paralelos surgen dos surtidores que van a parar a una balsa de donde surgen estas piezas. Dos balsas o albercas más pequeñas recogen el agua que rebosa de esta primera balsa. Un circuito cerrado recicla el agua que vuelve a surgir repitiendo la misma operación incesantemente. Junto a las balsas inferiores dos bancadas en piedra invitan a descansar al son del ruido del liquido elemento.