Fuerte división de los presos ante el traslado a Madrid: ERC prefiere una vía «pacífica» y PDeCAT «armar mucho ruido»

Profundamente divididos en su estrategia y con la calle agitada. En un ambiente cercano a sus familias y con privilegios de lujo. Ante el inminente juicio en el Tribunal Supremo contra el procés, los presos independentistas en las cárceles catalanas «tienen muchos líos entre ellos y sus abogados». Así definen la situación de los dirigentes próximos a ser juzgados personas que les han visitado en estos días.

En la noche de San Esteban, siguiente a Nochebuena y muy tradicional en Cataluña, y la de Fin de Año centenares de personas se concentraron en los alrededores de las prisiones dónde permanecen. En la de Lledoners (Barcelona) se encuentran Oriol Junqueras, Jordi Turull, Josep Rull, Raül Romeva, Joaquín Forn, Jordi Sánchez y Jordi Cuixart. En Mas D’ Enric, (Tarragona), Carme Forcadell, y en la de Gerona, Dolors Bassa. Todos ellos hicieron llegar su agradecimiento a los manifestantes, siendo el más explícito Turull: «Sois admirables, por la libertad y dignidad del pueblo de Cataluña», aseguró en un comunicado.

En estos días, las visitas familiares y políticas han sido habituales, así como las de los presidentes del Govern, Quim Torra, y del Parlament, Roger Torrent. Los presos serán en breve trasladados a Madrid cuando se inicie el juicio, fecha en la que la Asamblea nacional de Cataluña tiene previsto agitar la calle con manifestaciones simultáneas en Barcelona, Madrid y Bruselas. Esta iniciativa divide a los encarcelados y sus equipos defensores, que discrepan por su posible presión negativa hacia la Sala del Tribunal que preside el magistrado Manuel Marchena. Según fuentes de su entorno, Oriol Junqueras y ERC son partidarios de una táctica «fría, pacífica y estrictamente jurídica», mientras los del PDeCAT y la ANC, alentados por Torra y el fugitivo Puigdemont, prefieren «armar mucho ruido». Sea cual fuere el desenlace, nadie duda de un juicio alborotado, unas condenas firmes y la incógnita de si el gobierno de Pedro Sánchez se atreverá con un indulto final. «La tensión está servida», aseguran dirigentes soberanistas.

Los presos temen su traslado a Madrid, ya que pueden perder los privilegios de que han gozado durante su estancia en prisiones catalanas, cercanas a sus domicilios familiares. Según fuentes penitenciarias de La Generalitat, todos han estado en celdas individuales dado el gran espacio de estos centros modernos inaugurados hace cuatro años y cuya ocupación está solamente a un 50%. Una televisión y cuartos de baño propios, con instalaciones deportivas y diversos talleres de trabajo, complementan su estancia en unas habitaciones en las que, nada más llegar, estrenaron sábanas, colchón y ropa de aseo, con atención médica y psicológica permanente mientras duró la huelga de hambre de algunos de ellos. «Una huelga que ha servido de poco», reconocen en su entorno ante la visita de Sánchez a Barcelona, su encuentro con Torra y la gran división latente entre ERC, el PDeCAT, la nueva Crida por la República de Puigdemont y las entidades soberanistas ANC y Ómnium Cultural. «El embrollo es monumental», admiten estas fuentes.

Al margen de la huelga de hambre mantenida sólo por algunos presos, que hizo a Jordi Turull ser quien más kilos ha perdido, la vida en la cárcel no es hostil, sino más bien sosegada. Junqueras, hombre de probadas creencias religiosas, es quien más visita la capilla penitenciaria. «Reza mucho», afirman fuentes del centro. «¿Me puede dar una Biblia en catalán?», fue la primera petición que Junqueras le hizo a su vigilante al ingresar. Es un presidiario místico, buen conocedor de lecturas religiosas e historia vaticanista. Lee todas las noches textos bíblicos y frecuenta algo el gimnasio de la cárcel dónde practica bicicleta y cinta que le han hecho perder algunos kilos. El contacto con su mujer, la profesora Neus Bramona, ha sido constante a través de cartas y los cuentos que les manda a sus dos hijos, Lluc y Joana.

Algunos libros y periódicos han solicitado también los ex consellers Jordi Turull y Josep Rull, el primero bastante meditabundo y muy distante, explican las fuentes consultadas. El dirigente de la ANC, Jordi Sánchez, es el más polémico y de peor carácter, pasa sus días entre la habitación individual y paseos por el patio. Lo mismo hace su compañero Jordi Cuixart, pero nada comparable a Raül Romeva, un antiguo campeón de natación y karate, que se machaca de lo lindo en el gimnasio y la piscina del centro. «Es un cachas», dicen algunos funcionarios de quien fuera consejero de Exteriores del Govern. Apasionado deportista, Romeva se entrega al ejercicio como gran terapia y ha solicitado en la farmacia suplementos alimenticios de herboristería para ganar fuerza y musculatura. Según fuentes de la prisión, cuida mucho su dieta y solo bebe agua de Vichy catalán. El pedigrí patriótico ante todo.

La ex presienta del Parlament, Carme Forcadell, permanece en una moderna cárcel de Tarragona próxima a su domicilio recibe constantes visitas de su marido, el informático Bernat Pegueroles, sus dos hijos Bernat y Ferrán, y su única nieta. Forcadell mantiene una línea esbelta, practica natación, gimnasia y su gran pasión: la costura, en especial el punto de cruz. Menos adicta al ejercicio es Dolors Bassá, ex consejera de Trabajo y Asuntos Sociales de La Generalitat, que un día se rompió la nariz en un accidente de montaña y dijo que era «por culpa de España». Casada y madre de un niño de dos años, se siente ahora satisfecha por su cercanía familiar en esta cárcel de Gerona, que es su tierra natal. Toda su familia reside muy cerca, por lo que las visitas familiares han sido constantes y mucho más fáciles que cuando se hallaba en Alcalá Meco, según sus abogados.

El antiguo conseller de Interior, Joaquim Forn, es el único que conspira políticamente y quien mayor contacto mantiene con Torra y Puigemont, dado que su nombre suena como hombre de consenso para el Ayuntamiento de Barcelona entre el PDeCAT y la Crida, con Elsa Artadi de número dos. No obstante, dirigentes de la antigua CDC vaticinan una ruptura en el seno del PDeCAT entre partidarios y detractores de Puigdemont. El prófugo quiere dinamitar su antiguo partido y englobar el soberanismo en su Crida por la República. La división es palpable.

Fuente: La Razón

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