La llamada hoja de ruta gastronómica anual tiene una cita en Gastrónoma.
Esta feria nos ayuda, desde el principio, a mirar el mundo culinario con aplomo. A movernos por él con la certeza gustativa creciente de que cuanto vemos o vamos a conocer es real, para extraer lecciones prácticas de la vida comensal, rentabilizándolas en una mirada profunda del mundo de la hostelería global.
De modo, por la fuerza de las evidencias, que volvamos a creer en la gastronomía global. Tan necesario es probar nuevas experiencias como evitar que la mudanza del gusto sea tan drástica. Gastrónoma es una excelente coartada. Las 130 empresas participantes galvanizan su presencia con la afinidad mayoritaria de los visitantes gourmets.
Al llegar nos transformamos en «headhunters» en busca de nuevas experiencias dentro del pabellón. Con voluntad planeada, visitamos el espacio de La Cocina Central. Cocina de altura, en vivo, protagonizada por 35 maestros.
Mientras destripamos Gastrónoma en su primera jornada contemplamos absortos la perfecta armonía de las ponencias. Desprendidos por completo de pompas mundanas, sin extravagancias, los cocineros estrella participan en el adiestramiento gustativo de los asistentes gourmet y hacen gala de esa imaginación culinaria que los hace diferentes.
Profesionales que encarnan a la perfección estilos muy distintos, pero con señas de identidad claras.
Volvemos a la casilla de salida, sin alejarnos, en exceso, pero cargando la mayor parte del peso sobre las Barras Gourmet: Tapas de altos vuelos culinarios con precios terrenales. Parada Obligada.
La mistificación de Gastrónoma guía el automatismo del buen gusto, gracias al cual, cada uno elige la actividad deseada. Entre dudas y misterios alteramos el paso. Multitud de opciones. Con la paciencia de un comensal sin reloj, analizamos el programa Gastrónoma, sólo disponemos de cuatro horas. Si nos movemos a destiempo nos quedamos fuera del encuadre del sabor.
La jornada en Gastrónoma avanza en dos direcciones: didáctica y experimental. Se trata de crear una mínima estabilidad y estimular su predicamento entre los asistentes. Bajo una lluvia de nuevas ponencias.
Estas se suceden con un vértigo envolvente, y los curiosos asistentes gourmets desean que no acaben nunca. Un rompecabezas gastronómico tan adictivo como plagado de giros gustativos y oportunidades culinarias.
No queremos estarnos quietos, la música gastro suena dentro de nuestro paladar y los pies y las caderas se nos van en busca de un nuevo stand.
Nos dejamos llevar al son que marcan las nuevas propuestas de los mejores panaderos de España: «Pan de Verdad». Seguimos el compás vinícola y lo hacemos con grandes parejas de baile. Vino y Cava «Wine Lovers Experience».
También las cervezas artesanas destilan su presencia con suprema fermentación. La Gimkana gustativa de la despensa mediterránea finaliza con un homenaje a las excelencias agroalimentarias italianas: Italian Quality Experience.
Gastrónoma tiene rostro, múltiples caras: barras, estrellas, ponencias, catas, talleres. Al salir hay una impresión inequívoca, «expectativas cumplidas». Su labor es determinante para informar y sensibilizarnos ante las ofertas que asolan el planeta hostelero. La confianza gustativa vivida cruza la feria, de lado a lado, igual que una pelota de tenis la red.
En el volátil entorno de las ferias, Gastrónoma Valencia, tras esta edición, se convertirá en uno de los certámenes que más interés suscite.
Que su crecimiento sorprenda es comprensible. No suele ser fácil restaurar el imperio de la verdad gastronómica allí donde ha brillado por su ausencia, Gastrónoma lo consigue.
Conjugar certamen profesional y acceso libre supone una voladura controlada de antiguas experiencias. Que gran acierto. El Axioma principal de Gastrónoma es el pluralismo de actividades. Experimenten o no. Opciones no faltan.
Gastrónoma, Maratón del buen gusto
Caminamos con paso firme y con la mirada fija en el horizonte de la feria Gastrónoma. Acompañados de dos amigos que se definen como «desahuciados gustativos, sin atracción gastronómica aparente», pero preñados de curiosidad culinaria, nos acercamos hacia la Feria. Al llegar a Gastrónoma se masca la alegría gustativa y los nervios visuales hacen nudos en el estómago. Prohibido agobiarse. Nos acercamos de manera fluida y con absoluta naturalidad a todos los espacios. Compartimos oficios gastronómicos, escuchamos los sermones gustativos designados, mientras disfrutamos del ameno paisaje hostelero. No dejamos de coquetear toda la jornada… panes, tapas, cervezas artesanas, y demás delicias culinarias. Tras las primeras ponencias volvemos a tomar las riendas del consumo en busca de las barras gourmet. La gastronomía y el mundo vinícola se conjuran para anunciarnos la hora exacta del buen gusto.
Source: Comunitat Valenciana