El chiste recurrente este fin de semana en Venezuela es que Juan Guaidó volverá al país disfrazado. Después de todo, es puente de carnavales en el país petrolero. Más allá de las risas, la tensión sube en Venezuela a propósito de lo que pueda ocurrir hoy cuando se espera que el líder opositor se muestre públicamente en alguna ciudad, probablemente en la capital, en el marco de la nuevas movilizaciones contra el dictador. Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional y reconocido como interino del país por más de 50 naciones, comenzó hace más de una semana una gira latinoamericana que lo ha llevado por Colombia, Brasil, Paraguay, Argentina y Ecuador. Aunque se había informado que visitaría Chile también, finalmente se confirmó que pondrá rumbo de regreso a casa desde el país que preside Lenín Moreno.
Pero sobre Juan Guaidó pudiera haber una orden de captura. El Tribunal Supremo de Justicia, que controla el chavismo, le había prohibido salir del país tras ordenar el pasado 29 de enero una serie de medidas cautelares por su monumental desafío al poder imperante. El opositor, sin embargo, apareció en el concierto de Venezuela Aid Live del viernes 22 de febrero en Cúcuta, una ciudad fronteriza de Colombia, la víspera de la fecha límite para la entrada de la ayuda humanitaria. Tras el fracaso de la operación por el bloqueo del régimen chavista, viajó a varias capitales regionales siendo recibido con honores de Estado y reconocimiento como presidente encargado de Venezuela.
El Supremo no ha confirmado si el parlamentario será perseguido por la Policía. Pero está claro que nadie quiere arriesgarse. Por eso Guaidó no volverá al país por alguno de los aeropuertos internacionales, donde pudiera ser apresado apenas aterrice. Lo hará, en cambio, usando «caminos verdes» furtivos, al parecer desde Colombia.
La plana mayor del régimen de Nicolás Maduro ha optado por no hablar del caso. El gobernante tan solo se refirió al asunto afirmando el miércoles pasado que Guaidó deberá «enfrentarse a la justicia». Estados Unidos, en boca del asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, ha advertido de que cualquier daño a Guaidó sería respondido, aunque Elliot Abrams descartó que sea con medidas militares.
La Cancillería de Colombia habló sobre amenazas en contra de la vida de Guaidó y su familia –las que calificó de «serias y creíbles»– y dijo que rechaza todo «acto del régimen de Nicolás Maduro en contra de la libertad, la seguridad y la integridad personal del presidente encargado de Venezuela o de sus familiares, y lo hace responsable por cualquier acción violenta o coacción contra ellos». La Unión Europea avisó el sábado de que cualquier acción que pudiese poner en peligro «la libertad, seguridad o integridad personal» del presidente de la Asamblea Nacional incrementaría la tensión y merecería ser condenada, afirmó la Alta Representante para la Política Exterior, Federica Mogherini, en una declaración en nombre de los Veintiocho. Para la Unión Europea la detención del dirigente venezolano supondría una escalda del conflicto intolerable y de consencuencias peligrosas. Guaidó tiene, además, medidas de protección dictadas por la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos.
Pero si Maduro no lo encarcela, pudiera ver minada su autoridad entre los suyos. Si lo hace, pudiera desatar reacciones internacionales imprevistas. El propio Guaidó dijo en Argentina que «sería un golpe de Estado» su detención, así como «un último error» de Maduro, pues «habría un levantamiento popular e internacional». La estrategia opositora incluye protegerlo, también con el pueblo. Por eso cuando Guaidó anunció su regreso desde Ecuador vía redes sociales, convocó a masivas movilizaciones hoy y mañana. Se espera que en una de ellas sea visto y le hable en persona al país, al frente de una concentración que logre «calentar la calle» aún en días festivos y sin posibilidad de utilizar medios de comunicación masivos para la convocatoria.
A marchar se dispone Sonia Hernández, de 46 años. La caraqueña cree que Guaidó pudiera ser apresado, «pero no está solo, tiene el apoyo internacional y ahora tocará rodearlo siempre para cuidarlo». Armando Quintero, de 65 años, cree que el opositor debe «jugársela» y atreverse a encarar «el monstruo por dentro», pues «hasta ahora no ha tenido miedo». Guaidó ha dicho que a su país no le sirve un presidente encargado preso, pero mucho menos uno en el exilio. En Colombia relató que tardó más de 40 horas en llegar desde Caracas hasta la frontera, dejando en el camino equipaje, ropa que iba descartando y recuerdos de ir hasta camuflado. Cuando vuelva a Caracas pudiera ser producto de una travesía similar.
Guaidó abandonó ayer Ecuador, el último país de su gira, por la ciudad costera de Salinas de camino ya a Caracas. «Gracias presidente Lenin por el respaldo profundo a nuestra causa», escribió el presidente de la Asamblea Nacional y encargado del país desde el pasado 23 de enero. Desde Guayaquil no estaba claro a dónde iba a volar después ni cómo sería su viaje de regreso. La discreción era ayer la norma. No obstante, para llegar a Caracas hoy tendría que coger vuelos comerciales vía Bogotá o Panamá. Todo indicaba ayer que sería a través de Colombia como en su salida el pasado 22. Entonces, aseguró que había contado con la colaboración y ayuda de militares cómplices para poder cruzar la frontera y no ser apresado.
No obstante, las amenazas a su libertad, e incluso a su vida, no terminarán en Carnavales. Ahora serán el pan de cada día.
Fuente: La Razón