Rafael Guastavino (Valencia, 1842- Baltimore, EEUU, 1908) consiguió hacer realidad el sueño americano. Nacido en el corazón de la Valencia del siglo XIX, donde tuvo su primer taller, llegó casi con lo puesto a Manhattan y triunfó.
Aunque el espíritu mediterráneo queda patente en sus construcciones, lo cierto es que prácticamente no firmó obras como arquitecto. Adquirió relevancia por patentar un tipo de bóveda, llamada bóveda tabicada, que resultó la solución para luchar contra los incendios que se sucedían en Estados Unidos.
En España dio sus primeros pasos, pero pocos adquirieron notoriedad. Una excepción fue el Teatro de La Massa, en Vilasar de Dalt, provincia de Barcelona. Allí construyó una bóveda de 17 metros de diámetro por 3,5 metros de flecha y un óculo central de cuatro metros de diámetro, que se inauguró el 13 de marzo de 1881.
Fue su alta producción en Estados Unidos lo que le llevó a ser etiquetado en la necrológica que de él se escribió en el New York Times como el «arquitecto de Nueva York».
El presidente del Colegio de Arquitectos de Valencia, Mariano Bolant, cuenta cómo una situación de «falta de conciliación familiar» le ayudó a romper con lo que tenía atrás, coger la maleta y lanzarse a cruzar el charco.
La casualidad quiso que su llegada a Estados Unidos coincidiese con el gran incendio que asoló Chicago en 1871. Ni la madera ni el acero ofrecían seguridad si se volvía a repetir una catástrofe similar y Guastavino tenía la solución: la bóveda tabicada, una técnica que él ya dominaba y que él patentó.
Source: Comunitat Valenciana