«Hackeo» masivo a la UE

Un «hackeo» masivo de cables diplomáticos ha puesto en evidencia a la Unión Europea (UE). Y ahora, además, en alerta máxima. Bruselas ha iniciado una investigación sobre el supuesto pirateo en la red de comunicación diplomática de la UE después de que piratas informáticos descargasen miles de filtraciones, que incluyen descripciones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, como un «matón» y Crimea como una «zona caliente». Pero lo que queda demostrado con este nuevo episodio es que el nuevo campo de batalla reside en el ciberespacio, que las nuevas guerras del siglo XXI se libran en la red –incluso en la nube– y que las trincheras ya son historia, u otra historia.

La filtración de cables confidenciales ha destapado las preocupaciones de los diplomáticos y funcionarios del bloque comunitario sobre la Administración Trump, las dificultades con Rusia y China o el comportamiento de Irán. Pero sobre todo, ha puesto de nuevo en jaque a la Unión Europea, que ya había anunciado el reforzamiento de las normas ante las amenazas de las injerencias externas, en un periodo decisivo para su futuro, a unos meses de las elecciones europeas el próximo mes de mayo. Entre los informes que se han hecho públicos figura la advertencia del 8 de febrero de que Crimea se había convertido en una «zona caliente en la que podrían haberse desplegado ya ojivas nucleares». Rusia anexionó el territorio ucraniano en 2014. Oficialmente, ni la Unión Europea ni Estados Unidos han sugerido hasta la fecha que existan pruebas de la presencia de armas nucleares en dicho territorio.

La UE sigue la línea de guardar silencio, al menos por el momento. La Secretaría General del Consejo –órgano que presta asistencia al trabajo del Consejo Europeo y que apoya a la Presidencia de turno de la UE– ha apuntado que estaba «al tanto de las acusaciones sobre una posible filtración de información sensible» y que la Unión Europea está «investigando activamente el asunto». El escueto comunicado señala, además, que «no hará comentarios sobre las alegaciones ni sobre asuntos relacionados con la seguridad operativa. La Secretaría del Consejo se toma muy en serio la seguridad de sus instalaciones, incluida la de sus sistemas informáticos».

La misma respuesta que ayer se obtuvo por parte de la Comisión Europea: prudencia. El vicepresidente del Ejecutivo comunitario, Valdis Dombrovskis, dijo que el bloque se tomaba «muy en serio» cualquier piratería de sus sistemas, pero se negó a comentar los detalles de la filtración. Gran parte del contenido de los cables destapados por el diario «The New York Times» no hace más que confirmar la ansiedad manifestada en Bruselas sobre la Administración Trump y el de-sacato de ésta las normas mundiales, aunque la violación de la seguridad parece ser una de las principales preocupaciones. No es para menos. Según el informe al que se refiere el rotativo, los diplomáticos europeos describieron la reunión de julio en Finlandia entre Trump y el presidente ruso, Vladimir Putin, como «un éxito (al menos para Putin)». Pero la relevación de este escrito podría conllevar un fracaso.

La noticia llega cuando las relaciones entre Washington y Bruselas continúan tensas por el comercio, al tiempo que se alinean sus posiciones por las preocupaciones sobre el posible espionaje por parte del Gobierno chino para obtener información sensible a través de empresas de telecomunicaciones como el gitante tecnológico Huawei.

Por esto y otros asuntos, la UE mira con recelo a China. Otro cable detalla un debate celebrado el 16 de julio entre funcionarios europeos y Xi Jinping, quien fue citado comparando el «acoso» a Trump a Pekín a nivel comercial con un «combate de boxeo estilo libre sin reglas».

El relato citaba además al presidente chino prometiendo que su país «no se sometería a la intimidación» por parte de EE UU, «incluso si una guerra comercial perjudicase al resto del mundo». Pero aún en medio de esa guerra comercial y librando la suya propia, la UE teme más al país del tío Sam que a cualquier otro. Un cable en marzo citaba a funcionarios europeos hablando de «esfuerzos de mensajería» para mitigar «la actitud negativa hacia la Unión Europea [de la Administración Trump], que había creado mucha inseguridad».

Por otra parte, en otro de los cables se encontraban las solicitudes de autorización para financiar exportaciones a Irán, así como detalles de los esfuerzos realizados a lo largo de 2018 para continuar los acuerdos económicos que podrían hacer que Teherán cumpla con los términos del acuerdo nuclear firmado en 2015, incluso después de que Trump lo abandonara.

Todas estas informaciones, que abarcan tres años de actividad diplomática, habían sido aparentemente publicadas por «hackers», que fueron descubiertas por la compañía de seguridad cibernética Área 1, que pasó la información a «The New York Times». El diario explica que las técnicas utilizadas por los «hackers» se asemejan a las usadas por una unidad del Ejército de Liberación Popular de China. También dice que los piratas informáticos se infiltraron en las redes de la ONU relativas «a los meses de 2016, cuando Corea del Norte estaba lanzando misiles», y hace referencia a las reuniones confidenciales del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, con líderes del sureste asiático.

Los «hackers» chinos han estado leyendo cables diplomáticos sensibles de la UE durante los últimos tres años, según la empresa de ciberseguridad estadounidense Area 1. «The New York Times» informó de que esta violación permitió a los infiltrados descargar miles de cables sensibles. La información a la que accedieron los piratas fue clasificada, pero a un bajo nivel con cables etiquetados como «limitados» y «restringidos». El rotativo estadounidense citó a funcionarios europeos diciendo que los documentos más delicados se guardan en un sistema por separado.

«La gente habla de ‘hackers’ sofisticados, pero no había nada realmente sofisticado en esto», dijo el martes el director ejecutivo de Area 1, Oren Falkowitz, a «The New York Times». Los «hackers» lo hicieron enviando correos electrónicos de «phishing» a diplomáticos en Chipre, que son emails que contenían enlaces que instalaban «software» malicioso en sus computadoras. Luego obtuvieron las contraseñas de los diplomáticos por el sistema de cable diplomático interno de la UE, llamado Coreu, que les permitía leer los comunicados compartidos por los Veintiocho. Según «The New York Times», un ex alto funcionario de inteligencia, anónimamente, declaró que, a diferencia de Wikileaks en 2010 o el ataque ruso al Comité Nacional Demócrata en 2016, aquí no existía un móvil concreto, sino mero espionaje sistemático. Pese a no existir una finalidad concreta en el espionaje el asunto no deja de ser relevante por dos motivos. El primero por la voracidad y el alcance masivo del espionaje atribuido a los chinos y segundo porque pone de manifesto la vulnerabilidad de las comunicaciones de la UE en un momento tan delicado como es el Brexit.

Fuente: La Razón

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