Tras la intervención del líder de Vox con sus propuestas de futuro llegó el turno de las preguntas lanzadas por la terna que formaron Santiago González, director de Informativos de Antena 3; Julián Cabrera, director de informativos de Onda Cero; y Francisco Marhuenda, director de LA RAZÓN.
–Santiago González: Es cierto que el fenómeno Vox ha irrumpido con muchísima fuerza y las encuestas les dan buenos resultados, pero, ¿qué sería para Santiago Abascal un buen resultado en numero de diputados?
–Santiago Abascal: No voy a caer en declarar el conformismo a través de un número. Para Vox sería un éxito ser determinante para detener el golpe separatista y para impedir que, de ninguna manera, el comunismo chavista pueda dominar ninguna de las instituciones públicas de España. Si Vox puede determinar eso como primera fuerza de la alternativa al frente popular, será un buen resultado. Si tiene que hacerlo de una manera modesta, lo haremos con responsabilidad. Y es verdad que las encuestas dan resultados muy prometedores para Vox, pero son las encuestas que se publican. Nosotros tenemos la encuesta de la calle. La de ir a Teruel y ver que en una provincia de 30.000 habitantes vienen 800 a un acto publico. La de ver que en un lugar como Navarra, donde el miedo ha imperado muchos años y que ha caído en manos del nacionalismo, se recibe a Vox de manera masiva. No hay territorios vedados en España para Vox. Tenemos expectativas en los lugares más insospechados, como Barcelona, San Sebastián… Y eso dice mucho de lo que está ocurriendo con Vox. Vox es más un movimiento cultural que un movimiento político en estos momentos.
–S. G: El trasvase de votos, ¿de dónde cree que se está produciendo? El perfil de votante de Vox, ¿viene de Cs, del PP, del descontento social como ocurrió con Podemos?
–S. A.: El voto de Vox es un voto patriótico, que viene de todo tipo de fuerzas políticas, probablemente más de unas que de otras. Con toda seguridad, por los datos que conocemos, de descontentos con el PP, que se sintieron traicionados y que creen que es una opción política sin crédito; de personas defraudadas por Cs, al que perciben como un partido sin principios sólidos y cambiante, e incluso de izquierdistas que habían votado al PSOE, IU y Podemos, y lo hemos visto en Andalucía, que han optado por una fuerza política como Vox, porque ha roto los ejes del debate izquierda-derecha y ha puesto sobre la mesa asuntos que les preocupaban a ellos, como la inmigración, masiva en algunas zonas, el desprecio a la caza, al mundo rural, a la tauromaquia, a nuestras tradiciones… Por lo que pueden votar, aunque algunos no lo comprendan, muchas personas de izquierda. También hay un feminismo absolutamente radicalizado, que ha conseguido que se aprueben leyes que lesionan la igualdad de los españoles ante la Ley… Creo que eso ha hecho que muchas personas se acerquen a Vox. Además, sabemos que hemos sacado de la abstención a muchos descontentos que no votaban desde hace años. Veo en la sede a gente que viene a afiliarse y te dicen que no votaban. Y donde tenemos una fuerza extraordinaria es entre los jóvenes. Las redes sociales juveniles hoy son el gran baluarte de Vox. Y eso es porque los jóvenes necesitan sentir que tienen futuro y sentir que tienen raíces. Necesitan algo con lo que identificarse, de lo que sentirse orgullosos y han encontrado una fuerza política que habla de España con pasión, con claridad, sin complejos. Y sabemos que eso nos hace conectar con los jóvenes.
–Julián Cabrera: ¿Se siente lo bastante cómodo en la foto de Colón para formar parte de un hipotético Gobierno junto a PP y Cs de darse el caso?
–S. A.: Me siento muy cómodo en la foto de Colón, sobre todo por lo que teníamos delante. Es difícil que diga que me siento cómodo en una fotografía con quien no quiere fotografiarse con nosotros. Pero creo que los españoles van a castigar esas actitudes que impiden una alternativa al frente popular en España. De hecho, creo que el cordón sanitario impulsado por Cs –que tiene fotografía con Pablo Iglesias, con Puigdemont y otra gente, pero que se niega a una simple fotografía de negociación con Vox– se está convirtiendo en una soga para Cs, que está perjudicando sus expectativas, porque está alejado del sentido común. No se puede soplar y morder, decían en mi casa. Es imposible pretender que te vote la gente que votaba al PSOE y la gente que puede votar, por otro lado, a Vox, que es a lo que están jugando algunos y creo que van a fracasar. Ya veremos cuál es la fuerza que nos dan los españoles, porque aspiramos a que otros se tengan que plantear si entran a un Gobierno con nosotros. Vamos con toda la ambición. Lo digo con toda la prudencia. No quiero caer en una idea absurda de victoria, pero hemos venido a conquistar la voluntad de muchos españoles y no nos conformamos con ser la tercera ni la segunda fuerza de esa alternativa.
–Julián Cabrera: Al margen de que pueda obtener un resultado importante, sabe que la Ley D’Hont no tiene misericordia con los partidos que no son la primera fuerza o segunda en algunas comunidades. ¿Les condicionará la campaña electoral en alguna provincia? ¿No cree que ha llegado el momento de una reforma de la ley electoral que impida que partidos separatistas con menos votos que Vox tengan la llave para la gobernabilidad?
–S. A.: Tienen que estar preocupados con la Ley D’Hont aquellos que están metiendo el miedo en el cuerpo con votar a Vox, porque a lo mejor les perjudica a ellos; igual son ellos los que quedan en último lugar. Aparte de las encuestas que se publican todos los días, a mí me dicen también los resultados de las que no se publican. Estoy tranquilo con los resultados que vamos a obtener más allá de la propaganda que algunos lanzan para que no se vote a Vox, propaganda que no ha servido en Andalucía. Estoy convencido de que por encima de un 10-12 o 15% Vox no va a tener problema en entrar al reparto de escaños en todas las provincias. Hemos reflexionado sobre dos grandes problemas de la Ley electoral y de las circunscripciones electorales. Creemos que ha de corregirse basándose en que todos los votos valgan igual en todo el territorio –es decir, una circunscripción única– y en que los diputados electos tengan que dar cuenta al elector más que al gran elector de su partido que les pone en las listas.
–Francisco Marhuenda: En esta sala habrá que gente que probablemente en 2011 votó al PP, a algunos les parecería bien algunas cosas como la política económica que salvó al país de una catástrofe heredada del PSOE, pero defraudó en otras como en el aborto o en memoria histórica. ¿Qué garantía pueden tener los españoles de que Vox se mantendrá firme a sus principios y que defenderá aquello que la gente quiera?
–S. A.: Comprendo la desconfianza de gente que ha sido muchas veces defraudada y que ha llegado a entender que los programas políticos están para incumplirlos pero la seña y identidad de Vox es que se funda para defender principios. Hemos demostrado que abandonamos el barco en el que estábamos porque ese barco iba a la deriva. Nos fuimos cuando vimos que teniendo la oportunidad de cambiarlo todo con la mayoría absoluta no lo hicieron. No sólo yo, Ortega Lara también. Cuando me pregunta la gente sobre cómo sabemos que no les vamos a defraudar, les digo que para defraudarles a ellos primero me tengo que defraudar a mí mismo. No puedo ofrecer otra garantía. Si algún día en una mayoría absoluta hipotética incumplimos lo que decimos, mereceríamos ser tratados con el mayor de los desprecios, probablemente más que otros.
–F. M.: Las encuestas reflejan que podría producirse una mayoría de centroderecha, pero en el Senado si no se optimizan los votos, se podría dar el efecto de una mayoría socialista. ¿Hay alguna posibilidad de que hagan listas conjuntas con otras fuerzas en algunas circunscripciones como en Teruel, Soria o Cuenca para optimizar el voto en el Senado?
–S. A.: No nos lo hemos planteado, ni tampoco nos han llamado otras fuerzas pero tendremos hoy una reunión del Comité Ejecutivo para afrontar las elecciones generales, es precipitado que yo pueda valorar esa cuestión, pero hay otras formulas que no son necesariamente coaliciones.
Fuente: La Razón