Italia volvió ayer a incendiar una cumbre europea. Tras el recuerdo que dejó el encuentro de junio sobre inmigración en el que Roma bloqueó la agenda, el comportamiento de ayer por parte del Ejecutivo de Giuseppe Conte fue mucho más comedido. Pero no se puede olvidar el problema de fondo. Las capitales europeas llevan meses enfrascadas en una reforma de la zona euro que no llega a alcanzar el vuelo. La gran esperanza europea, Emmanuel Macron, no consigue que su ímpetu reformista se traduzca en resultados. En medio de esta parálisis sobre la reforma de la zona euro, Italia vuelve a hacer saltar las alarmas
En las últimas semanas, Roma parece querer jugarse el todo por el todo y ha resuelto desafiar a Bruselas con la presentación de unos presupuestos que triplican lo acordado por el Ejecutivo anterior. La Comisión Europea está decidida a dar la batalla, aunque sea a regañadientes y consciente de los numerosos riesgos que corre. Por eso, la carta para Roma ya está preparada. Si nada ni nadie lo remedia, todo indica que Italia será el primer país de la zona euro que vea cómo sus presupuestos son tumbados. Las consecuencias asustan en la capital comunitaria, sobre todo si se desata el temido efecto contagio. Pero a la vez confían en que este aviso sea suficiente para que el Ejecutivo populista le vea las orejas al lobo y dé marcha atrás.
La preocupación es grande. «En ningún caso es un problema bilateral», aseguró Macron tras la cumbre de ayer. «Deseo que Italia triunfe y deseo que a los italianos les vaya bien, que se pueda crecer lo máximo posible, haya creación de empleo y se pueda vivir en mejores condiciones». En todo caso, el francés confía en el veredicto de la Comisión Europea. Jean Claude Juncker no pudo ser ayer más claro sobre qué puede pasar en los próximos días. Para el político luxemburgués, una actitud excesivamente flexible con Italia conllevaría que el resto de los países de la zona euro considerasen que se está produciendo un favoritismo incompresible. «Conozco de anteriores ocasiones que la Comisión Europea ha sido acusada de ser demasiado generosa cuando se trata de los presupuestos italianos». Por eso, para Juncker, algunos Estados europeos han perdido que no haya ningún tipo de flexibilidad.
Como muestra también de la preocupación, el encuentro bilateral que el primer ministro holandés, Mark Rutte, mantuvo ayer con Conte se saldó sin ningún resultado concreto. El primer ministro holandés ha liderado en los últimos tiempos el ala dura de los «halcones» que se opone a cualquier avance en los instrumentos de solidaridad vigentes hasta que los países del sur de la zona euro no reduzcan sus riesgos. El desafío frontal de Italia abre un periodo de incertidumbre en el que parece cada vez más difícil que puede haber un resultado concreto en diciembre. Ante los pocos avances registrado antes de la pausa veraniega, los líderes europeos decidieron aparcar cualquier resultado a la cita que se celebrará antes de tradicional cumbre antes de Navidad. Todo indica que habrá un nuevo punto seguido. La canciller alemana sigue atrapada en una difícil coalición. Se daba por supuesto que la presencia de los socialdemócratas en el Gobierno iba a facilitar los pasos hacia mecanismos de solidaridad.
Los deberes pendientes siguen siendo los mismos. La posibilidad de que el fondo de rescate permanente tenga funciones supervisoras y se pueda establecer un mecanismo de estabilidad para la zona euro que pueda mantener la inversión en los peores momentos de las crisis. España acudió ayer a la cumbre con el ánimo de aportar ideas. Como gran propuesta de nuestro país, quiere que este mecanismo de estabilidad también pueda dedicarse a asegurar las prestaciones de desempleo en los peores momentos de una crisis, la posibilidad de acudir al dinero europeo cuando un país se encuentra en apuros sería un sistema de «reaseguro» que no sustituiría a las prestaciones de desempleo de los países. No es la primera vez que una iniciativa de este tipo se pone sobre la mesa. Aunque fuentes de la Moncloa aseguran que están recabando apoyos, Alemania siempre se ha opuesta a esta idea.
Otras propuestas como reforzar el fondo de rescate para que se asemeje a un FMI europeo cuentan con el visto bueno de los Estados más reacios, pero siempre y cuando las capitales no pierdan poder a favor de Bruselas. La idea de un ministro de Finanzas parece sepultada en el olvido. Los Veintiocho miran a la cumbre de diciembre como otro momento de las grandes decisiones. Se espera que Roma haya entrado en razón. Ya sea por el poder de convicción de las capitales europeas o de la sangría prevista en los mercados.
Fuente: La Razón