Hay muchas maneras de retar el liderazgo de un primer ministro. Y Boris Johnson lo sabe. A veces basta solo con una foto, como la que protagonizó ayer en todas las portadas corriendo a través de un campo de trigo, cuando precisamente Theresa May había recalcado que lo más «travieso» que hizo durante su niñez fue… correr a través de un campo de trigo. En otras ocasiones, solo es necesario un gesto, como causar un auténtico revuelo al llegar al edificio donde el Partido Conservador celebra su congreso anual –demostrando el protagonismo–, cuando seguridad había sugerido utilizar las puertas traseras. Por lo tanto, el hecho de que Johnson no desafiara explícitamente ayer a May durante su esperado discurso, no significa que no esté preparando su candidatura.
El que fuera jefe de la diplomacia británica fue la estrella indiscutible del cónclave que los «tories» celebran en Birmingham, el último antes del Brexit. Desde que en julio dejara la cartera en protesta por los planes del Gobierno ante el divorcio con el bloque, no han cesado los rumores de una posible contienda contra la «premier». Había expectación por ver si finalmente movería ficha. Es más, se formó una cola de tres horas para verle.
Johnson no retó finalmente a la líder «tory», pero sí criticó con dureza su Plan de Chequers –con el que la «premier» propone un marco común con la UE para bienes–, tachándolo de «engaño». «Hay que deshacerse de Chequers», recalcó despertando una gran ovación en las gradas. «Es un escándalo constitucional. No es pragmático, no es un compromiso. Es peligroso y política y económicamente inestable».
«Si engañamos al electorado, y Chequers es un engaño, aumentará la desconfianza. Estaríamos dando la razón a los que claman traición y me temo que vamos a hacer más factible que el único beneficiario del Acuerdo de Chequers, será la extrema derecha bajo la forma de UKIP», añadió. Asimismo, aseguró que la idea de convocar un segundo referéndum es «infame». Previamente, el controvertido político había recalcado en una entrevista con «The Sun» que si él encabezara el Ejecutivo pediría que se retrase al menos seis meses la fecha límite de salida del bloque –fijada para el 29 de marzo de 2019– para poder reconducir el proceso con Bruselas, a la que plantearía un plan basado en el modelo canadiense, con «cero aranceles».
Por otra parte, Johnson presentó a los afiliados su propio manifiesto, apelando a las raíces conservadoras, con un discurso a favor del libre mercado, al insistir en la necesidad de volver a un recorte de los impuestos y a fomentar la propiedad privada de la vivienda, con la implementación de una política que permita la compra de pisos de protección social. También lanzó devastadoras críticas contra el líder de la oposición laborista, Jeremy Corbyn, y urgió a los afiliados a no permitir la llegada al poder de lo que calificó de políticos «simpatizantes del marxismo».
Las bromas, palabras rimbombantes y su carismática verborrea brillaron prácticamente por su ausencia en la esperada intervención, donde Johnson mostró un tono mucho más serio al que tiene acostumbradas a las filas. Pero es en su seriedad donde ahora radica la clave. Johnson acabó su intervención pidiendo el apoyo a May para que volviera al discurso original de Lancaster House, donde la «premier» apostó en 2017 por un Brexit más duro del que ahora plantea.
En las filas conservadoras tienen ya prácticamente asumido que May estará como líder hasta que finalicen las negociaciones con Bruselas. Será luego, posiblemente antes del próximo verano, cuando se convoquen unas primarias de manera más pausada. Y es ahí donde Johnson pretende presentar su candidatura. No cabe duda de que el ministro cuenta con el apoyo de gran parte de las bases de la formación. Pero para conseguir su nominación debe recabar primero el apoyo de los diputados. Y eso está más complicado. Incluso el euroescéptico David Davis, el que fuera ministro del Brexit, que también dimitió en julio dijo esta semana: «Boris tiene buenos titulares, pero no buenas políticas».
En cualquier caso, el polifacético político eclipsó ayer al ministro del Interior, Sajid Javid, quien, según los rumores, también se postula como posible candidato para suceder a May. El titular de Interior presentó las nuevas normas de inmigración que se aplicarán en Reino Unido tras el Brexit. El Gobierno no dará prioridad a los ciudadanos de la UE frente a los no comunitarios para entrar en el mercado laboral. Sí se elegirán, en cambio, a los trabajadores extranjeros mejor cualificados. Además se exigirá a quienes quieran instalarse en el país justificar un cierto nivel de ingresos y las empresas darán prioridad a los nacionales a la hora de contratar.
Fuente: La Razón