“Un gran día para Estados Unidos”, anticipaba el presidente Donald Trump desde primera hora de la mañana. Y así fue, al menos para él y para su partido. Con una ajustada mayoría de 50 votos a favor y 48 en contra, el candidato de Trump, Brett Kavanaugh, era confirmado como miembro vitalicio al Tribunal Supremo de EEUU. La “votación de cierre”, no exenta de polémica, se había alargado más de lo previsto, pero su victoria final le anota un nuevo tanto a Trump, convirtiendo esta nominación es un triunfo personal y también uno de los mayores logros hasta ahora alcanzados por el presidente.
De los 100 escaños del Senado, los republicanos cuentan con un total de 51. A pesar de que la senadora republicana de Alaska, Lisa Muskowski, votó en contra y de la ausencia del republicano por Oregón, Steve Daines, para asistir a la boda de su hija, el voto negativo que finalmente retiró Murkowski sirvió para no alterar el resultado de su partido. Los demócratas arremetieron contra la nominación con críticos discursos en la Cámara Alta, mientras diversas protestas tuvieron lugar tanto a las puertas de la Corte Suprema como dentro de la galería donde se llevó a cabo la elección, que se saldaron con nuevas detenciones.
La polémica ha acompañado al juez Kavanaugh hasta el final de su confirmación al alto tribunal, históricamente considerado como un elemento clave de la democracia por su independencia política. Ni las acusaciones de abusos sexuales hacia el candidato de Trump al Supremo, ni el consecuente rechazo de diversos colectivos en contra de este tipo de abusos coincidiendo con el primer aniversario del movimiento #MeeToo, sirvieron para silenciar tampoco a los republicanos, alentados por el propio Donald Trump. «Estas gritonas de los ascensores son profesionales a sueldo que sólo quieren que los senadores den mala imagen”, tuiteó el presidente con la etiqueta #Alborotadoras, haciendo referencia a las activistas que fueron detenidas por enfrentarse con los senadores para que no votaran por la nominación del juez Kavanaugh.
Y es que sus continuas salidas de tono parecen ser una costumbre estudiada con las que el presidente estadounidense asume riesgos, posicionándose en temas delicados, pero que, por ahora, lejos de perjudicarle le han fortalecido. De hecho, algunos activistas republicanos creen que el propio Trump ha demostrado con creces que desafiar la sabiduría convencional puede funcionar.
En las últimas dos semanas, Trump se ha apuntado varios tantos que podrían ser claves para su triunfo de cara a la reelección en 2020: selló un acuerdo comercial revisado con Corea del Sur y reemplazó el Acuerdo de Libre Comercio con México y Canadá, que no hace tanto tiempo parecía estar fuera de su alcance. Además, el auge de la economía se ha convertido en uno de sus activos más fuertes, con una caída del desempleo al 3,7 por ciento. Y, como broche final, su candidato al Supremo, el juez conservador Kavanaugh, recibe el apoyo necesario para dar el último paso hacia su elección.
Cuando parecía que el magistrado se quedaba fuera de la nominación, de manera inminente, tras recibir las acusaciones de conducta sexual inapropiada por parte de tres mujeres y la posterior investigación del FBI, el presidente salió en su defensa con todas las consecuencias. Trump arriesgó y, de nuevo, ganó. Se apunta otro triunfo, con el que cierra una de las mejores temporadas de su mandato. «Es una semana maravillosa. Estamos encantados «, dijo en una entrevista su consejera, Kellyanne Conway. «Esto demuestra que su perseverancia, su tenacidad y su adhesión a las promesas y los principios de la campaña están dando frutos”.
Aunque no todos piensan lo mismo. El juez John Paul Stevens, ex miembro de la Corte Suprema, dijo en una entrevista que Kavanaugh no estaba calificado para el cargo. «Por el bien de la corte, no es saludable obtener una nueva justicia que sólo puede hacer un trabajo de medio tiempo”, afirmó Stevens, añadiendo: «Todo este esfuerzo de dos semanas ha sido un golpe político calculado y orquestado”.
Tal y como apuntan los expertos, el actual proceso de confirmación del conservador Kavanaugh ha confirmado ser cien por cien partidista, lo que ha dividido al país. “Es devastador para la justicia y, por lo tanto, para la democracia”, dijo en CNN el director de Proyectos Latinoamericanos en la Universidad George Washington, Roberto Izurieta. «Un juez de la Corte Suprema no debe ser partidario de ninguna causa en particular y menos de un partido político”, afirmó Uzurieta.
Precisamente el perfil político del nuevo juez del Supremo, Brett Kavanaugh, su conocido hábito de consumo de alcohol en el pasado y las diversas denuncias de abusos sexuales ponen en riesgo la credibilidad de la más alta instancia judicial de Estados Unidos.
Fuente: La Razón