La casa del verdugo

En una callejuela oscura apenas transitada, a espaldas de la Lonja, hay una casa con la puerta tapiada. En ella vivía el último verdugo público de Valencia.

Este hombre que tenía por nombre Pascual Ten Molina se dedicaba a ejecutar a todas aquellas personas que habían cometido faltas, su pulso nunca le fallaba y actuaba de manera fría, sin piedad alguna. Como exigía un trabajo como era el suyo… pero algo sucedió que no se esperaba… acabó enamorándose de una reo de gran belleza: Josefa Gómez que había sido condenada por envenenar el café que su marido Tomás Huertas y la sirvienta un niña de 13 años, Francisca, habían tomado una mañana fría de diciembre, en la posada La Perla Murciana, al lado de la ya desaparecida Iglesia de San Bartolomé.  

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Momento de la ejecución de Josefa Gómez Pardo. Foto de http://josecaravaca.com/
Momento de la ejecución de Josefa Gómez Pardo. Foto de http://josecaravaca.com/

El verdugo solicitó el indulto para la hermosa mujer, pero las autoridades no se lo otorgaron. 

Finalmente una mañana de 1896 ambos se dirigirían al patíbulo, donde él mismo con el alma hecha girones tuvo que ejecutar a la condenada por garrote vil. Ya fuera porque su maltrecho corazón no lo aguantó o porque no se le consideró con la suficiente sangre fría que hay que tener en el oficio, el caso que fue destituido de su cargo.

Esto sucedió en 1896 y poco tiempo después las ejecuciones dejaban ser públicas para llevarse a cabo únicamente dentro del ámbito penitenciario.
Pascual Ten, ejecutor por entonces de la justicia de la Audiencia de Valencia, fue el hombre que realizó la ultima ejecución pública en España