
La Generalitat tramita la obra para los accesos y un parking que permitan regularizar la instalación y hasta entonces no habrá partidas oficiales
Pere arrodillado, eufórico, mientras Miguel y Héctor II corrían hacia él, también rebosantes de alegría. Aquel día ganaron la Lliga de escala i corda. Minutos después, Soro III anunció que renunciaba a la Copa para someterse a una operación ocular. Ese 10 de abril de 2016, Moncada acogió su última partida de primer nivel. Desde entonces, la Ciutat de la Pilota, la instalación que se concibió como el epicentro del deporte autóctono, está en el olvido. Y pese a que la Federació ha mostrado su intención de que las grandes finales pasen por allí, la situación no cambiará en los próximos meses. De hecho, con Pelayo cerrado por reforma, la tercera partida más importante del año en la modalidad per dalt -la final de la Copa- se disputará en Llíria.
La Ciutat de la Pilota permanecerá en una especie de limbo, al menos, mientras carezca de licencia de actividad. Esa es la decisión que ha tomado la Generalitat, propietaria de la instalación. La anterior administración concibió un proyecto fastuoso, con canchas representativas de las distintas modalidades. Más de una década después, sólo se ha ejecutado el trinquet para escala i corda y raspall. Además, los accesos no están del todo acondicionados, por lo que no es posible conceder la mencionada licencia por parte del Ayuntamiento de Moncada.
Tras la final de la Lliga de 2016, el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, anunció que se retomaría un proyecto para el que hacen falta diez millones de euros. Por ello, se ha dividido en cinco fases. En la primera se va a acondicionar la cancha e juego internacional, que también servirá como aparcamiento (el otro requisito para conceder la licencia de actividad), y los frontones. Esta obra está presupuestada ya para este ejercicio. De hecho, fuentes autonómicas señalaron que está en proceso de tramitación y que se espera que pueda ser adjudicada en breve.
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Desde la Generalitat admiten que el proceso burocrático es lento y parece que la obra, que costará en torno a 350.000 euros, no se llevará a cabo hasta finales de año. Una vez ejecutada esta actuación, se reabriría el debate de si las grandes finales han de disputarse en los trinquets de referencia de cada modalidad o en Moncada. Esta disyuntiva no se plantearía, por ello, de cara al Individual, sino para la Lliga de 2018.
La Ciutat de la Pilota ha acogido finales de escala i corda a pesar de carecer de esa licencia de actividad. No ha sucedido lo mismo con el raspall, apelándose a la lejanía de la zona de influencia de la modalidad. Lo cierto, sin embargo, es que el trinquet de Moncada no satisface casi a nadie: no desde luego a los jugadores y tampoco a la afición.
Los pilotaris siempre se han quejado de las particularidades de una cancha que tocaban de forma puntual, sólo si disputaban una gran final: las murallas de vidrio, donde el rebote es distinto, y el tacto también diferente de las pelotas blancas, utilizadas de este color para que puedan distinguirlas entre las paredes azules del trinquet de Moncada. En el caso de los aficionados el problema reside en la necesidad de contar con vehículo propio para acudir a la Ciutat de la Pilota.
Actualmente, la instalación está en desuso para el mundo profesional. Su utilización se limita a las sesiones del Cespiva, el centro de alto rendimiento para la formación de futuros pilotaris.