La comida de la dignidad: LA RAZÓN reúne a los que no están dispuestos a blanquear el terrorismo de ETA

Citarse para comer es algo muy especial para los vascos. Maite Pagazaurtundua, Teo Uriarte, Joseba Arregi y Josu Puelles alrededor de una mesa para comer son mucho criterio sano por metro cuadrado. Pero hay comidas y comidas. Debería oler muy bien en la cocina en la que se reunieron Andoni Ortúzar, Arnaldo Otegi, Idoia Mendía y Lander Martínez. Ortúzar tuiteaba después: «A mi me tocó preparar hongos, Lander hizo una ensalada, Arnaldo un bacalao al pil pil e Idoia un turrón de foie y flan. Todo muy rico». Muy rico y muy fino. «Hay que confraternizar con diferentes», dijo más tarde en un tuit Ortúzar. Diferentes. ¿Diferentes?

Maite, Teo Uriarte, Joseba Arregi y Josu Puelles sí que son diferentes, dos de ellos sufren la pérdida de un hermano a manos de los terroristas, otro de ellos contempló el nacimiento de ETA y otro huyó del nacionalismo hace ya tiempo. Ellos no comen juntos por un compromiso ni por una foto, sino porque están hermanados en lo IMPORTANTE.

«No hay motivo para la polémica», ha dicho el presidente Sánchez tras ser preguntado por la reunión en la que la líder del PSE brindaba con Otegi. No por eso la famosa foto deja de atacar al mismísimo (y vasco) estómago de Maite Pagazaurtundua.

Maite Pagazaurtundua: A mí se me encogió el estómago literalmente. Para quienes sabemos lo que es pasar una Navidad tras otra con un muerto, ver la foto de Arnaldo Otegi tan contento, tan satisfecho junto a los de Podemos, Idoia Mendia y Andoni Ortuzar haciendo de facilitadores, de limpiadores del pasado de Otegi, me resultó tremendamente duro porque aparte del decoro o de la piedad, es que Otegi tenía que haber condenado la historia del pasado y haberse retirado de su presencia pública por vergüenza moral. Pero ninguno de esos sentimientos está en el mundo de los herederos de ETA.

Si lo que se pretende es decir «que a gusto estamos y que bien comemos juntos y que los que no vengan a esta fiesta y no brinden con nosotros pues se quedan fuera voluntariamente», bueno…vale, estás domesticado pero estás a gusto. Comes tu bacalao, tienes tu copa, la foto guay… pero está la sangre y la sangre no se ha limpiado. Y eso lo cambia todo. Todo podría ser diferente si no hubiera habido sangre. La sonrisa no borra la sangre.

Fuente: La Razón

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