El constitucionalismo toma posiciones mientras el independentismo duda de cara al 28 de abril. La convocatoria anticipada de elecciones generales ha cogido con el pie cambiado a los partidos soberanistas, que tratan de redibujar su hoja de ruta con un ojo puesto en el juicio del Tribunal Supremo. El caso de la CUP es el más sorprendente: la formación antisistema abre la puerta a presentarse por primera vez al Congreso, una decisión que tomará su consejo político el próximo fin de semana en Barcelona tras evaluar las posturas de las asambleas territoriales. Mientras, la Crida y el Pdecat siguen batallando por ver quién tiene más peso en su lista; y Esquerra busca nuevos liderazgos que reemplacen al veterano dirigente Joan Tardà.
«El ejercicio del derecho a la autodeterminación ha acontecido el elemento fundamental de confrontación democrática, hecho que ha abocado el Estado a la inestabilidad política permanente». «Por este motivo, [la CUP] someterá a debate si tiene que intensificar su acción política directa para seguir reivindicando este derecho más allá de los Països Catalans y a través de qué estrategias», explicó ayer la formación antisistema a través de un comunicado para vincular su decisión con la coyuntura pderivada del «procés».
De hecho, la formación anticapitalista argumenta que el contexto actual está marcado por «la excepcionalidad democrática, donde la vulneración de derechos fundamentales, que ha culminado con intervenciones al autogobierno, miles de represaliados, encarcelamientos y exilios».
Por eso, y pese a renegar siempre de los comicios generales, la CUP abrirá un debate táctico entre sus bases «para abordar si debe convertirse en un agente activo en el Estado español y en qué formato». En concreto, el secretariado nacional ha distribuido entre sus bases un par de documentos con dos estrategias a seguir –una a favor de concurrir para «tumbar el régimen» y otra que descarta su participación– para debatir a nivel territorial durante los próximos días. Sin embargo, la decisión final la tomará su consejo político en un cónclave fijado para el próximo fin de semana.
Este cambio de guión contrasta con el ideario de la CUP, siempre reticente a «legitimar» unos comicios al Congreso de los Diputados. De hecho, el propio diputado de la formación, Vidal Aragonès, ofreció la semana pasada una rueda de prensa para desmentir los rumores de una posible participación el 28 de abril. «No hemos empezado el proceso de debate porque sencillamente no hemos concurrido nunca en este tipo de elecciones», aseguró el dirigente anticapitalista.
Ahora, parece que las bases han forzado un debate que podría llevar a un actor inesperado al centro del tablero político soberanista. La participación de la CUP dividiría aún más el voto independentista y condicionaría los resultados del entorno de la Crida de Carles Puigdemont, de Esquerra e incluso de los «comunes» de Ada Colau al adelanto electoral convocado por el presidente Pedro Sánchez.
Tras batir todos los récords en 2015 con 10 diputados en el Parlament, la formación antisistema acusó el desgaste del «procés» y logró cuatro escaños y 191.000 votos en 2018. Eso sí, ha condicionado los dos últimos gobiernos de la Generalitat.
Fuente: La Razón